La situación inédita que vive el sector energético, más en concreto el del gas, ha hecho mella en las cuentas de las eléctricas españolas. La fuerte caída del precio de la materia prima ha golpeado a las firmas que mantenían en vigor contratos de suministro a largo plazo a precios superiores. Así, la factura final para Endesa y Naturgy ha superado los 200 millones de euros. Un agujero (ya esperado) que ha obligado a ambas, en especial a la firma que preside Francisco Reynés, a forzar una renegociación de los mismos para reducir su alto coste.
Los actuales contratos son rémoras de un pasado no muy lejano. Todo arranca en 2014, cuando ambas, junto a Iberdrola, firman una serie de contratos a largo plazo, con vencimientos a más de diez años, en este caso con empresas de EEUU. Por aquel entonces, el precio se suponía bajo por dos razones: por un lado, el efecto reciente de la crisis, que afectó a la demanda, y le mantenía presionado a la baja. Por otro, se esperaba un incremento de la demanda del gas, lo que terminaría provocando un incremento notable de su valor.
Pero, en poco más de cinco años todo ha cambiado demasiado. Por aquel entonces, el precio del gas, medido en EEUU como Henry Hub, llegó a tocar los 6 dólares por millón de Btu, mientras que la media de ese año se acercó a los 5 dólares. Ahora, ese mismo precio, el de sus futuros de agosto, apenas alcanza los 1,77 dólares, mientras que en junio tocó un mínimo prácticamente histórico de 1,63 dólares por millón de Btu. En este mismo mes, otro registro, el de euros por cada MWh, registró su precio más bajo en 17 años, al caer por debajo de los 4 euros.
NATURGY INMERSA EN RENEGOCIACIONES FORZADAS
El coste para Naturgy se acercó en el semestre a los 67 millones de euros. Al menos, esa es la cifra que ofrece como deterioro en su segmento internacional de gas natural licuado, LNG (por sus siglas en inglés). La firma explica que «el desempeño de International LNG se vio afectado por el desafiante escenario energético y un aumento temporal de las ventas a corto plazo debido a las renegociaciones de contratos en curso«. Aunque las cifras podrían aumentar hasta los 109 millones si se toma el impacto sobre Ebitda de su división de ‘Gas y Energía’.
Un agujero demasiado importante para dejarlo pasar. De hecho, meses atrás Reynés señaló durante la conference call con los analistas que «el mundo ha cambiado tanto que no podemos mirar a otro lado en el precio de las materias primas». A su vez, emplazó a Naturgy a «adaptarse a la nueva realidad rápido». Así, la gasística colocó entre sus movimientos claves la «reducir su cartera de negocios renegociando sus contratos de adquisición de gas con base en los mecanismos de revisión ordinarios y extraordinarios contemplados en dichos acuerdos».
Aunque las renegociaciones no solo abarcan los contratos en EE.UU., sino que se extiende por otras geografías internacionales. En concreto, Naturgy tiene contratos de compra de gas con países como Egipto, Argelia, Omán, Nigeria, Noruega o Rusia. Otro de los problemas para la compañía será qué hacer con los buques metaneros que tiene en su balance. La caída de la demanda del gas, de prolongarse, implicaría la necesidad de desprenderse de alguno de los 10 activos que mantiene. Además, desde 2016 ha recibido hasta seis nuevos, lo que supone un incremento de capacidad en un lustro de casi el 180%.
LA CAÍDA EN LA DEMANDA OBLIGA A REHACER LOS PLANES FUTUROS
Aun así, los contratos con dos de ellos finalizan en los próximos años, lo que sugiere que la empresa preferirá no renovarlos. En una situación similar se encuentra Endesa. La firma mandó construir un par de buques para importar gas, cuyo uso ahora puede estar en el aire a medida que la demanda de gas es cada vez menor. En concreto, durante los primeros seis meses de 2020 la firma registró una caída de la demanda de gas del 8,5%. Una situación que podría consolidarse en los próximos a medida que crezca rápidamente las renovables.
Con todo ello, el agujero provocado por los contratos a largo plazo para Endesa fue superior al de Naturgy y alcanzó los 142 millones. Una cifra que explica la propia firma que se deben a «gastos por valoración y liquidación de derivados de materias energéticas debido, principalmente, a la evolución de la valoración y liquidación de derivados de gas«. Aunque la compañía lo compensa con menores compras de carbón y otras materias por la caída de la demanda eléctrica.
En definitiva, los contratos a largo plazo de gas se han convertido en un lastre en su negocio para Naturgy y Endesa. Donde se aprecia mejor el efecto es en el uso de los ciclos combinados, esto es centrales eléctricas que funcionan a gas. Con los precios actuales, tan bajos, quemar la materia prima y vender la electricidad sale a cuenta. De hecho, Iberdrola (que se deshizo de estos contratos hace un año) incrementó su producción casi un 14%, mientras que las otras dos lo tuvieron que reducir un 24% porque estaban atadas a precios mayores. Por ello, que la prioridad en los próximos meses sea la de reducir ese lastre.