Emma García es una de las presentadoras más conocidas y queridas de nuestro panorama televisivo nacional. La hemos podido ver durante años presentando el mítico programa «Mujeres y hombre y viceversa» y ahora nos acompaña las tardes de fin de semana en «Viva la vida».
Es uno de los rostros más famosos de Telecinco. Amable, empática, buena presentadora… Muchos son los adjetivos con los que nos referimos a ella si hablamos de su trayectoria en la tele. No obstante, ella también tiene un pasado, como todos. Lejos de vender su vida privada, lo que ocurría en su vida antes de dar el salto delante de la pequeña pantalla pocos lo conocen.
Aunque se ha hecho una gran conocida de los programas del corazón, conociendo en la actualidad a los rostros más significativos de lo que esto representa y teniendo una gran experiencia en comentar realities, la periodista esconde un pasado profesional que pocos imaginan. ¡Descúbrelo!
2El dato que la alejó del periodismo
Pero esto no es lo único que esconde la presentadora. También existe un dato que la habría alejado durante un tiempo del periodismo. Y, quién sabe, quizá por ello no pudo cumplir su sueño por completo de dedicarse al periodismo de guerra en cuerpo y alma. Emma lo desvelaba en la entrevista a Carlos Sobera, compañero suyo, en «Viva la vida».
La vasca confesó ante su compañero y su público que, durante un año de su vida, se dedicó a ser nadadora profesional. Durante el tiempo que duró la entrevista, en la que Sobera confesaba sin miedo que él no sabe nadar haciendo en todo momento referencia al programa «Supervivientes», que presenta algunos días, Emma fue desvelando más detalles de este pequeño dato que tan bien guardado ha tenido la profesional durante años. Quizá por eso evoca ese aura disciplinada: la aprendió mientras competía en las piscinas olímpicas.
Un año fue el que se dedicó por completo a nadar. De hecho, según ella misma contó, llegó a estar federada. Aunque no sabemos por qué dejó de lado esta otra de sus pasiones, sí nos podemos hacer una idea. Quizá le pudo más el ver cumplido su sueño y dedicarse por completo a lo que con tanto esfuerzo le había costado conseguir. Y menos mal. Porque, si no, nos habríamos perdido uno de los rostros más amables de la televisión.