viernes, 22 noviembre 2024

Una burbuja llamada PharmaMar: el efecto rebaño del inversor español

PharmaMar se ha convertido en un fenómeno atrayente. Para algunos, la firma gallega es la gallina de los huevos de oro. Para otros muchos, se trata de la gran esperanza patria (o lo ha sido durante un tiempo) frente al covid-19. Por último, para investigadores e inversores formados, sean de su sector o no, se ha erigido como un excepcional caso de estudio de exuberancia irracional. En cualquier caso, el valor se ha convertido en una auténtica burbuja que ha retroalimentado las redes sociales, gracias a la pericia (y los pocos escrúpulos) de la directiva.

Las burbujas financieras, ya sean en activos bursátiles o bienes reales, suelen ser acontecimientos muy poco comunes, dados los requisitos previos necesarios. Aunque, por suerte, están muy bien documentados. Para su formación es preciso, primero, un elemento que pueda prender la mecha de la especulación. Al fin y al cabo, éste tipo de fenómenos no es más que la entrada de dinero, retroalimentada por otros factores, en un bien de manera desmedida y descontrolada que termina separando su precio de su valor razonable.

De hecho, pensemos un momento en la compañía. En la actualidad, PharmaMar vale algo más de 2.400 millones de euros, lo que le sitúa en el nivel de compañías del Ibex como Fluidra. Pero, mientras que la firma especializada en equipamientos para piscinas facturó en 2019 algo más de 1.400 millones, la farmacéutica apenas supero los 100 millones. El desfase entre valoración real y precio es evidente. Incluso, si la colocamos frente a firmas de su mismo sector. Así, Gilead vale 100.000 millones, pero genera casi 22.000 millones en ingresos y 18.000 como beneficio bruto. En definitiva, para justificar ese tamaño debería generar, al menos, entre 400 y 500 millones al año, algo que es imposible.

EL USO APLIDIN Y LAS MALAS ARTES COMO DETONANTE INICIAL

Ese elemento capaz de detonar el botón de despegue, suele ser siempre algo novedoso (e irruptor) que aparece en la economía. En los años 2000, la aparición de internet propició la llamada burbuja puntocom, ahora es la esperanza de encontrar una cura a la pandemia que azota al mundo. PharmaMar encontró en el aplidin su catalizador. De hecho, la compañía se afanó por comunicar de forma masiva y poco rigurosa, incluso obligando a intervenir a la CNMV, sus resultados para atraer a los inversores. El resultado fue que en un par de semanas la cotización se disparó un 72%.

Pero, el fogonazo inicial no se mantiene en el tiempo. Para que la burbuja siga su curso deben coexistir tres factores más: el primero, es una base sólida sobre la que pueda cimentarse ese rápido crecimiento. En su momento, las puntocom se alimentaron de como firmas sólidas irrumpían en mercados importantes. En el caso de PharmaMar, la directiva era consciente de que estaba muy cerca de cerrar un gran acuerdo con la estadounidense Jazz Pharmaceuticals para comercializar el ZepzelcaTM (lurbinectedina) en Estados Unidos. A pesar del mismo, que reportará algo más de 400 millones en 2020 y unos 60 al año a partir del siguiente, tampoco se justifican los 2.400 millones.

El segundo, es el de crear un relato que en el que los inversores se sientan cómodos. En este caso, la directiva de manera astuta apostó por el componente emocional. Así, PharmaMar pasó de ser la gran esperanza para curar la pandemia, algo que era imposible sostenerse, a ser la gran esperanza española. Un matiz que se ha demostrado vital, dado que amplificó el efecto de pertenencia a la misma y, a su vez, limitaba las críticas. ¿Quién atacaría a la única empresa española capaz de luchar contra un virus que ha dejado tal reguero de muertos?

EL PODER DE LAS REDES SOCIALES, PARA ACELERAR LA BURBUJA

De hecho, el propio Jesús Calleja en una entrevista al presidente de la compañía, José María Fernández Sousa, hablaba del aplidin como «un medicamento español». Así, durante el road show que ha protagonizado algunos directivos de la firma, que ni mucho menos ha acabado, siempre se le ha presentado como: ‘PharmaMar la empresa española que quiere acabar con el covid-19’. Todo ello, ha generado el tercer elemento que construye una burbuja financiera, convertirse en un fenómeno viral.

En este tercer punto, las redes sociales y los foros se han convertido en el verdadero punto de inflexión. El término PharmaMar siempre ha contado con una base de visitas importante, dado el volumen de inversores minoristas que juegan a hacer trading con el valor. Pero, una vez que aparecen las primeras noticias sobre aplidin las consultas se disparan, según los datos de Google Trends. Incluso, en abril aparece un dato clave. Y, es que, genera más búsquedas que términos como apuestas o bet (apuesta en inglés), lo que sugiere que atrajo la atención de muchos apostadores deportivos cuyos mercados estaban cerrados.

Aunque, los datos de Google Trends no son los únicos que delatan como se fue formando el llamado comportamiento de rebaño. Los inversores amateurs suelen acudir a foros donde intercambian opiniones sobre los valores que compran. Obviamente, ninguno ha generado tantos comentarios como PharmaMar. De hecho, en el de PCBolsa, uno de los más populares, el número de mensajes ha pasado de unos 500 diarios a que en las últimas semanas supere con cierta facilidad los 3.000. Incluso en días como este martes, con oscilaciones fuertes, se acerca a los 7.000.

LOS MENSAJES DE EUFORIA COMO INTENTO DE MANIPULACIÓN DE LOS VALORES

Además, prácticamente todos ellos positivos que retroalimentan el episodio eufórico. Sirva de ejemplo uno publicado recientemente para entender la histeria colectiva que reina entre los inversores de la farmacéutica: «Yo no sé para qué coño es la Plocabulina [un antitumoral en el que trabaja la compañía], pero me da casi igual, porque ahora con toda la pasta que va a ir cogiendo PharmaMar cada día seguro que nos saca un nombre raro de una molécula que vale para tal y tal y no para de subir. Creo sinceramente que es para estar dentro».

La práctica de utilizar los foros para detonar al alza una acción no es nuevo. De hecho, es famoso el caso de como un joven estudiante de apenas 16 años, Jonathan Lebled, utilizó está táctica para manipular el mercado a principios de siglo. Lebled compraba acciones y luego publicaba entre 200 y 300 mensajes en Yahoo! Finance con comentarios del tipo «próxima acción en ganar un 1.000%». A lo largo de los meses, los mensajes del tipo «pronto estará cotizando a más de 20 euros» han sido lo habitual en Twitter o los foros.

DE LA SOBRENEGACIÓN Y EL ATAQUE AL CONTRASPLIT

Por cierto, Lebed acabo pagando cientos de miles de dólares al regulador de EEUU. A todo lo anterior, que no es poco, se le une otras dos fases más típicas de las burbujas: la primera, la desacreditación. De hecho, cualquiera que ha escrito sobre las limitaciones de PharmaMar en su antiviral frente al covid-19 ha recibido insultos o se le han adherido intenciones ocultas. La segunda, la sobrenegación. Así, pese a los múltiples avances de firmas internacionales de sobrenombre e hiperfinanciadas, siempre se ha visto al aplidin como gran esperanza. Incluso, al principio se le ponía por delante de Redemsivir, del gigante Gilead, que ya hoy está en el mercado, mientras la gallega no ha consiguió todos los pacientes que buscaba.

Todas ellas, han ocurrido aderezadas por mensajes muy poco profesionales y éticos de la firma y sus directivos. Ahora, la última ‘trampa’ psicológica de la compañía será ejecutar un constrasplit, en el que se reduce el número de acciones y se aumentan su valor. Con ello, se pretende hacer ver que la revalorización es mucho más alta, algunos inversores compraron acciones a 5 o 6 euros y directamente pasan a 122 euros. Al tiempo, que se limitan las transacciones, al suponer mayor dinero, lo que evita grandes caídas y pánicos entre los inversores.

Y, cuando alguien pensaba que ya no podía haber más, llega la jugada final del contrasplit. La compañía había orquestado la operación de tal manera que todos aquellos inversores que no tuvieran acciones con un múltiplo de 12 debían venderle las acciones sobrantes al precio con el que cerrará este martes. Para desconcierto de todos los inversores, las acciones se desplomaron un 16% en los últimos compases de la sesión, lo que de facto le ha posibilitado comprar mucho más barato las acciones. Pero cuidado, porque con las vacunas avanzando a buen ritmo cualquier elemento nuevo puede pinchar la burbuja. Y, en este caso, la estampida puede dejar pillada a mucha gente.


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