El papel clave del hidrógeno en la economía verde del futuro es cada vez más evidente. Además, su avance parece inevitable tanto por su potencial como por el volumen de ayudas públicas que llegarán al sector. De tal manera que las grandes energéticas, tanto eléctricas como algunas petroleras europeas, se han lanzado a una carrera de fondo para explotar dicha tecnología en un futuro no muy lejano. Una competición que lideran las firmas nórdicas y alemanas, mientras que la española Iberdrola, junto a la portuguesa EDP, se sitúa entre las más rezagadas.
Hasta ahora se contabilizan en Europa hasta 28 proyectos distintos, de los cuales hasta 20 los lideran grandes eléctricas, para la aplicación energética del hidrógeno. Aunque el papel privado es crucial, han sido las políticas públicas las que más han ayudado a hacer proliferar dichos bocetos a lo largo de la geografía europea. De hecho, un informe reciente publicado por BloombergNEF, el portal especializado en energía de Bloomberg, señalaba que «no es sorprendente que descubramos que la mayoría de los proyectos de hidrógeno en Europa se encuentren en Alemania y los países nórdicos, donde los gobiernos priorizan la economía del hidrógeno.
Así, las firmas sureñas son las más rezagadas. Iberdrola cuenta a día de hoy con un solo proyecto, en Puertollano; al igual que EDP, Enel o EDF. Mientras, RWE o Statkraft cuentan con dos, Orsted o Uniper ya han proyectado tres y, por último, Vattenfall lidera el ranking con hasta cuatro. Además, la eléctrica vasca no queda bien posicionada ni siquiera entre el pelotón de cola. Entre las firmas del sur, Enel es la que lidera el proyecto más ambicioso. Su diseño de planta de hidrógeno contaría con un parque renovable de entre 300 y 400 MW y un electrolizador de hasta 100 MW.
EDP, EL FAROLILLO ROJO
Por su parte, el desarrollo ideado por Iberdrola en el sur de España consta de una planta solar, de 100 MW, y otra para la producción de baterías de hidrógeno, de 20 MW. Pese a que son datos escalables, al menos su electrolizador, están todavía muy lejos de la firma italiana. Aun así, la compañía menos ambiciosa es EDP, dado que su único proyecto, el de Ribatejo, apenas alcanza los 12 MW en su electrolizador y ni siquiera funciona a través renovables, sino que se lleva a cabo a través de un ciclo combinado, por lo que no se trata de hidrógeno verde como tal.
Además, no solo son las más rezagadas, sino también las que menos áreas de negocio futuro del hidrógeno están explorando. Así, Iberdrola, EDP y Enel cuentan solo con desarrollos para la producción de energía, mientras que el resto combinan la generación con su utilización en la descarbonización industrial o el transporte e infraestructuras. Entre las que más proyectos tienen sobresale RWE y Engie (con HyGreen Provence), dado que poseen proyectos reales para cada rama. Por su parte, Vattenfall cuenta también con un proyecto para cada tecnología, aunque uno no es propio y los otros dos son pilotos. Por último, se sitúa Statfraft que no apuesta por la producción, pero sí por el transporte y la industria pesada.
De hecho, la noruega presentó su proyecto Hybrit con el que pretende vender acero libre de emisiones de CO2 para 2035. Un área, el de la industria pesada, en la que también trabaja la sueca Vattenfall. En cuanto al transporte, la idea es crear combustibles verdes con hidrógeno. Un modalidad para la que Repsol presentó un proyecto un mes atrás y se une a ambas firmas, junto a Orsted o Engie, para su explotación futura.
IBERDROLA PLANEA SUMAR DOS PROYECTOS MÁS
Pero esto es solo el principio. La compañía que preside Ignacio Sánchez Galán ha empezado a moverse para adelantar varios puestos en la carrera por el hidrógeno. De hecho, la cúpula directiva de Iberdrola está valorando la posibilidad de dar luz verde a dos nuevos proyectos más, que se situarían en las Islas Canarias y en Noruega. Aunque, en esta ocasión conectados a parques eólicos offshore, con molinos en alta mar, dadas las excepcionales cualidades de este tipo de fuente energética que casan a la perfección con la generación de hidrógeno.
«Nuestros proyectos en alta mar podrían producir la energía de la manera tradicional, llevarla a tierra de la manera tradicional y vender esa energía a los productores de hidrógeno (…) o producir nosotros mismos el hidrógeno y utilizarlo después para producir electricidad para equilibrar la red», explicaba recientemente en una entrevista el jefe del área del negocio de eólica marina de Iberdrola, Jonathan Cole.
Los acuerdos para la venta de energía a través del hidrógeno junto con la mejora continuada de parques flotantes, más escalables que los fijos, son dos de las grandes esperanzas para el sector. De hecho, Cole apunta que «vemos una gran cantidad de potencial para flotar en alta mar a mediano y largo plazo. En la segunda mitad de esta década deberíamos comenzar a ver proyectos a escala comercial, y en la próxima década deberíamos verlo como algo muy regular».