Tomás Olivo ha entrado de lleno en Unicaja. En apenas dos meses y con la acción en mínimos, el empresario se ha convertido en el segundo accionista del banco con más del 5%, solo por detrás de la Fundación Bancaria Unicaja.
Olivo es también presidente de la segunda socimi por capitalización en la Bolsa española, General de Galerías Comerciales (GGC). Colonial es la primera y Merlín Properties, tras perder un 40% en Bolsa, la tercera.
Su empresa, de la que es máximo accionista, cotiza en el Mercado Alternativo Bursátil donde debutó el 4 de julio de 2017 valorada en más de 2.000 millones de euros. A día de hoy supera los 3.700 millones. Mientras que la socimi de Ismael Clemente está valorada en 200 millones menos actualmente.
El presidente de GGC no da un paso en falso, su apuesta por Unicaja llega en un momento en el que el Banco Central Europeo, el Banco de España y la Asociación Española de Banca, alientan al sector a fusionarse. Sobre todo, a las entidades más pequeñas. Y la entidad que preside Manuel Azuaga siempre se ha mostrado dispuesta.
OLIVO QUIERE MÁS
Tomás Olivo es de Murcia, pero vive en Marbella (Málaga) y precisamente en esta ciudad tiene su sociedad, Desarrollos la Coronela, desde donde controla ahora las acciones de Unicaja, un banco que también es malagueño.
Otra casualidad es que el banco debutó en Bolsa tres días antes que su socimi. Sin embargo, a Unicaja no le ha ido tan bien. Su valor se ha deteriorado bastante en 3 años, salió a Bolsa valorada en 1.703 millones de euros y actualmente apenas supera los 740 millones.
El descalabro de sus acciones, que ya se dejan un 50% este ejercicio, ha llevado al empresario a subir posiciones en el banco, donde además de ser un accionista de referencia, puede ganarse un puesto en la alta dirección.
Ahora puede compartir sillón con la aseguradora Santalucía, que también ha aprovechado las horas bajas para hacerse con más del 3% del banco. Además de la Fundación Unicaja, que tiene casi el 50%. Otros accionistas significativos son Indumenta Pueri (5%), Santander Asset Management (5%), o Fidelity (3,71%).
Pero esto no acaba aquí, Olivo quiere seguir aumentando su participación en la entidad, según explicaba recientemente al diario ABC.
INTENTO DE FUSIÓN
En diciembre de 2018, Unicaja Banco comunicaba a la CNMV que mantenía “contactos preliminares” con Liberbank para analizar su posible fusión. Pero en mayo de 2019 las entidades rompían sus negociaciones, frustrando el ansia de consolidación del sector en España.
En octubre de 2019, Unicaja volvía a poner sobre la mesa esta operación. El director financiero, Pablo González Martín, comentaba en la presentación de resultados trimestrales que no había contacto con Liberbank pero analizará “cualquier potencial operación corporativa” que genere valor para sus accionistas.
Tres meses más tarde, el consejero delegado de la entidad, Ángel Rodríguez durante la presentación de las cuentas anuales insistía en que siguen abiertos a analizar cualquier oportunidad.
AUMENTA LA PRESIÓN
La diferencia de estas declaraciones con el escenario actual es que empieza a haber presión, y la pandemia ha acelerado los planes. En enero, el CEO de Unicaja destacaba que no se estaban viendo presionados por los reguladores para realizar alguna operación.
Ahora, con los bancos tan castigados en Bolsa (de media, un 40% en el primer semestre del año) todas las autoridades insisten en tener menos bancos y más fuertes. Se espera que empeore la calidad de los activos con un aumento de préstamos que pueden ser problemáticos, y aquí las operaciones corporativas son la clave.
Entre tanto, el presidente de General de Galerías Comerciales, que es además uno de los españoles más ricos del mundo según Forbes, aguarda los próximos movimientos de la entidad. La norma sobre las antiguas cajas de ahorros establece que las participaciones de las fundaciones en las entidades deben reducirse por debajo del 50% este mismo año. Para ello, la fundación Unicaja tenía que vender casi un 10% en Bolsa este ejercicio.
El primer accionista del banco optó por otra vía a principio de año, la de mantener el control a través de fondo de reserva de 150 millones. Así evitaba malvender las acciones, cuando su valor estaba ya bastante castigado. Y a su vez, se aseguran su poder al mantenerse como principal accionista de cara a una fusión.