En el ejercicio de su actividad un autónomo puede llegar a causar daños a las personas o sus bienes, generándose entonces la responsabilidad civil profesional. Los riegos que dan lugar a esta pueden ser muy variados y tienen diferente intensidad según la profesión ejercida. Por ejemplo, un dentista tiene más riesgo de causar daño a un paciente que un asistente virtual.
Lo que está claro es que si de la acción o la omisión de un autónomo que está trabajando se derivan daños o perjuicios, estos deben ser compensados. Por eso existe la figura de la responsabilidad civil profesional. Tener cubierto este riesgo por un seguro es obligatorio en muchos casos, pero en aquellos en los que no existe obligación, sí es muy recomendable que se contrate un seguro de este tipo.
Para entender todo esto mejor primero debemos hacer una aproximación a la responsabilidad civil, que es un tema del que todos hemos oído hablar pero que no siempre entendemos en toda su extensión.
¿Qué es la responsabilidad civil profesional?
Es un concepto jurídico que establece la necesidad de reparar o indemnizar los daños producidos a terceros o incluso a sus bienes a consecuencia de una relación contractual o extracontractual. Según el Código Civil existe responsabilidad civil si se causa daño por acción u omisión, siempre que haya culpa o negligencia.
Cuando ese daño se deriva de una relación contractual es cuando podemos decir que existe responsabilidad civil profesional.
Todo esto es más fácil de entender con un ejemplo. Un supuesto de responsabilidad civil ordinaria o general sería aquel en el que durante la celebración de un evento en un local parte del falso techo de escayola se desprende y cae sobre los invitados.
Un ejemplo de responsabilidad civil profesional sería aquel en el que una empresa de diseño tiene que preparar un folleto para que un establecimiento lance una oferta promocional, pero por error acaba imprimiendo una versión que no es la definitiva y al final la tienda no puede anunciar su oferta para la fecha en la que estaba prevista.
En ambos casos se ha producido un daño y por tanto quienes lo han padecido tienen derecho a ser indemnizados por ello.
Aunque se suele decir que la mayoría de los accidentes se pueden evitar, la realidad nos demuestra qué, por muy bien capacitado que esté el profesional y por mucha atención que ponga en su trabajo, siempre pueden ocurrir accidentes. Y está claro que para un autónomo tener que pagar los costes derivados de un error suyo puede salirle muy caro. Es por eso que en la mayoría de los casos estos profesionales prefieren contratar un seguro de responsabilidad civil profesional, que además es un gasto que se pueden desgravar.
Así funcionan los seguros de responsabilidad civil profesional
El funcionamiento de este tipo de seguros no es muy diferente de otras pólizas. Lo que se hace es asegurar un riesgo y, en caso de que este llegue a ocurrir, la aseguradora se encarga de pagar la indemnización. Siempre y cuando se den los requisitos para ello.
Las pólizas de responsabilidad civil profesional cubren los daños personales, materiales y consecuenciales que de forma involuntaria los profesionales o sus empleados puedan causar a sus clientes, así como también los perjuicios que se deriven de esos daños. Y también cubren los daños causados por las instalaciones donde el profesional ejerce su actividad, por ejemplo si un cliente se resbala por estar el suelo mojado o le cae encima algún producto desde una estantería.
Un seguro de este tipo es una garantía para el autónomo, ya que en caso de no tenerlo debería indemnizar al afectado con su propio patrimonio e incluso con el de su cónyuge si está casado en régimen de gananciales.
Esto no solo supondría un perjuicio para el profesional, también para el propio agraviado, que en la mayoría de los casos se vería obligado acudir a la vía judicial para conseguir ser compensado por negligencia profesional, un proceso que podría alargarse durante años.
Por eso, una póliza de seguro de responsabilidad civil no solo es una garantía para el propio autónomo, también para sus clientes. Porque así ambas partes de la relación comercial saben que en caso de producirse algún incidente los posibles daños estarán cubiertos.
¿Es obligatorio asegurar este tipo de responsabilidad?
Todos los autónomos pueden contratar una póliza que cubra su responsabilidad profesional, incluso las pymes pueden hacerlo. Sin embargo, en la mayoría de los casos no es obligatorio. Aunque como hemos expuesto antes, sí es muy recomendable.
No obstante, existen profesiones cuyo ejercicio requiere de la contratación obligatoria de un seguro de responsabilidad civil profesional. Algunos ejemplos son los profesionales del ámbito sanitario que ejercen su función en el ámbito privado, los corredores de seguros, los abogados, las agencias de viaje o los técnicos que se dedican al mantenimiento y conservación de ascensores.
Es decir, que la contratación de la póliza solo es obligatoria en aquellos casos en los que el riesgo de que se produzca un daño es más elevado, o cuando el daño que se puede producir en caso de concretarse el riesgo es mucho más importante.
Principales tipos de seguros de responsabilidad profesional
Otro de los aspectos a tener en cuenta en este tema es que no todos los seguros son iguales, existen diferentes tipos cuyas coberturas pueden variar mucho.
El que contratan habitualmente los autónomos es la póliza de responsabilidad civil para empresas y profesionales, que ofrece cobertura frente a las reclamaciones que terceros puedan hacer por las daños o perjuicios sufridos.
Existen además seguros diseñados específicamente para autónomos que ofrecen coberturas más amplias como la indemnización en caso de accidente en el lugar de ejercicio de la actividad, incendio y hasta robos.
El de la responsabilidad civil profesional es un tema tan extenso y tan complejo que los Colegios Profesionales llevan con su vista puesta en él desde hace mucho tiempo. Hasta tal punto que muchas veces los propios Colegios ofrecen ayudas a sus integrantes para que contraten pólizas de seguros que cubran este riesgo.