Podría parecer que el hecho de que Letizia Ortiz pasara de ser una persona anónima a un personaje público de tal calibre, sería algo bueno para su familia, pero nada más lejos de la realidad. Solo hay que echar un breve vistazo a la foto de la pedida de mano, en el año 2003. En esta podemos ver a la familia de los Borbón y a los Ortiz en el Palacio El Pardo, la cual parece que se tomó hace muchas décadas.
En esta imagen se pueden ver a 26 miembros, pues de estos, siete de las relaciones sentimentales, tanto matrimonios como noviazgos, a día de hoy ya no existen. La vida de la familia de Letizia Ortiz ha cambiado mucho en estos años, y si sigues leyendo, descubrirás un poco más sobre ellos.
3Jesús, el padre de Letizia Ortiz
Aunque no físicamente, el padre de Letizia Ortiz, Jesús Ortiz, ha cambiado mucho en lo que a su carácter se refiere. De haber participado en un programa de salsa rosa, a no querer hablar con reporteros que alguna vez le han interceptado en la calle. De igual forma que su madre, el padre de la reina sigue viviendo en la misma casa que se encuentra en Pozuelo de Alarcón, la cual compró junto a su segunda esposa, Ana Togores. Aunque a sus 68 años podría jubilarse, sigue acudiendo todas las mañanas a su puesto de asesor en un Estudio de Comunicación.
Por ello, es muy habitual coincidir con el padre de Letizia Ortiz en la línea ML2 del Metro Ligero, el cual le lleva a su oficina, la cual se encuentra en el centro de la capital española. Una persona con la que comparte oficina ha contado que:
«A Jesús lo que le ha pasado es que se vieron sobrepasadas por la situación y no tiene el buen carácter y la paciencia que tiene su exmujer. El acoso de los medios y la serie de muchas mentiras que se han publicado sobre su familia y sobre él mismo le han convertido en una persona reservada y que casi no habla en el trabajo con nadie sobre los suyos. En el despacho tiene fotos de sus nietas, de sus hijas… pero no le puedes preguntar nada sobre algo referente a los Borbón Ortiz porque sabes que no te va contestar y que igual te suelta una bordería«.