Lidl declara la guerra a sus empleados como preludio de próximos ajustes

La ortodoxia alemana que impregna a Lidl le ha convertido en la firma más rentable del sector en España, a mucha distancia de cualquier otra. Aunque a un precio muy alto: mantener a sus trabajadores al límite. Ahora los efectos de la pandemia del covid-19 han vuelto a reabrir esas viejas heridas. Los trabajadores irán a la huelga el próximo jueves 4 de junio, después de que la dirección de la firma «no haya tenido voluntad de llegar a acuerdos». El problema real, en esta ocasión, es que puede ser algo mucho más profundo, una vez que los vientos han cambiado la dirección. Se avecinan curvas en los próximos meses.

Hasta ahora, Lidl era una historia de éxito en el sector de la distribución en España. Por un lado, su estrategia para captar clientes se ha mostrado ejemplar, tras profundizar más allá del simple modelo de precios muy bajos (hard discount) que no pudo rentabilizar Tengelman y tiene atrapado a Aldi. De hecho, la evolución de su cuota de mercado ha pasado del 3,6% en 2015 a superar el 5,6% en 2019. Una tendencia que se vio favorecida, además, por los problemas económicos que arrastraban sus grandes rivales como DIA o Eroski y que tuvo su reflejo en la caída de su negocio.

Por otro lado, la sobriedad alemana de la dirección añadió más rentabilidad a sus ya de por sí buenas cifras. La clave en este aspecto reside en que fue capaz de flexibilizar los costes fijos del sector y reducir el apalancamiento operativo. Lidl no se enfocó en la apertura desmedida de tiendas, como sí hizo DIA, sino que simplemente se centro en modernizar y ampliar los locales ya existentes. Con ello, apostaba por los que ya funcionaban (consiguiendo una mayor eficiencia en su inversión). Y a su vez concentraba los ajustes sobre el factor trabajo que se puede regular mejor que las partidas del inmovilizado.  

LOS TRABAJADORES COMO EPICENTRO DE LOS AJUSTES

Solo desde este prisma se entiende que Lidl sumará solo 44 nuevos locales netos entre 2013 y 2018, mientras que disparaba el volumen de trabajadores un 40%. Además, ha sido capaz de beneficiarse de mayores economías de escala al aprovechar los locales que mejor funcionaban, por lo que cada vez necesitaban menos empleados para una mayor facturación. De hecho, mientras que su cuota de mercado entre 2015 y 2016 se incrementaba un 11,1%, la plantilla lo hacía en un 9,9%. Entre 2017 y 2018, la subida de la primera fue del 11,6%, mientras que la segunda solo creció un 6,7%.

Así, el modelo operativo de Lidl es más flexible que el resto del sector: con el inmovilizado muy limitado, solo se tiene que centrar en ajustar todo lo posible el gasto en personal. De ahí, que las pugnas entre sindicatos y compañía hayan sido una constante y también que sea de las únicas firmas que paga horas extras. Al final, éstas últimas son todavía más flexibles al añadir fuerza laboral sin costes en forma de Seguridad Social. Aunque, también ocurre a la inversa (como veremos).

Pero, tiene un problema y, es que, las ganancias marginales son decrecientes cuando alcanzan un nivel de planta. La única opción para seguir creciendo es incrementar la inversión a través de un nuevo plan de aperturas acompañado de mejoras en la red de suministro. En está parte de la película se encontraba Lidl minutos antes de la llegada del covid-19. De hecho, el pasado mes de enero la firma alemana inauguró una enorme planta logística en Valencia capaz de rivalizar con la propia Mercadona. El centro era la piedra angular sobre la que se han proyectado nuevas nuevas aperturas, entre 2019 y 2020 casi las mismas que entre 2013 y 2018, para volver a abrir el círculo.

EL COVID-19 AMENAZA LA EXPANSIÓN

El plan de inversiones se sostenía sobre las ambiciosas proyecciones, siguiendo el histórico, del grupo que preveía disparar por encima del 6% su cuota de mercado. Pero, todo cambia con la llegada del covid-19 y, en especial, del estado de alarma que restringe los movimientos y da alas a los rivales directos de nuevo. DIA y los súper regionales suben como la espuma, mientras que Eroski supera en muchas semanas a Lidl que apenas se mantiene en el 5%. Una cifra que no solo supone una caída del 12% respecto a 2019, sino que supera el 20% respecto de las estimaciones iniciales.

En principio, el cambio solo podría ser temporal, ligado al estado de alarma, pero hay dos factores que han hecho saltar las alarmas: en primer lugar, que el dato de mercado todavía no se ha recuperado. Por otro, que la compañía ha empezado a ajustar los costes vía empleados. De hecho, el principal motivo que ha desencadenado la huelga del próximo jueves es que la compañía se niega a retribuir en un 150% las horas extraordinarias de sus empleados. Además, de forma consistente dado que desde los sindicatos, UGT y CCOO, se reitera que Lidl «no tiene intención de llegar a un acuerdo».

¿PRELUDIO DE AJUSTES DE PLANTILLA EN LIDL?

La postura (de no pagar) de Lidl es entendible, pero no respetable, desde un punto de vista económico, ya que le sale más barato. De hecho, los sindicatos asumen que el cierre de cerca de 250 tiendas el próximo jueves tiene un coste de entre 600.000 y 800.000 euros. Mientras, la cantidad de horas extras que se decía se iban a abonar al 150% supera con creces esa cifra, de hecho si la compañía logra ahorrar 50 euros en cada nómina ya saldrá ganando. Y, obviamente, tras la locura desatada en el estado de alarma en las cadenas de distribución son muchas más horas.

Aun así, en términos generales ninguna compañía se expondría públicamente a semejante berenjenal por ahorrar una miles de euros. De hecho, desde CCOO explican enérgicamente que «la actitud de Lidl es grave porque sienta las bases para unas relaciones laborales basadas en la desconfianza y en el conflicto. La empresa ha roto el diálogo con la representación legal de la plantilla, negándose a abordar hasta las cuestiones más básicas».

A no ser, claro, que haya algo más. En este punto reside el verdadero problema y, es que con los actuales datos de cuota de mercado y la crisis económica de 2020 lo más probable es que la compañía este pensando en recortar costes. Y, como se ha explicado antes, la especial configuración de Lidl hace que la fórmula más sencilla sea a través de sus empleados. Por ello, la evidente ruptura entre sindicatos, empleados y compañía sea el preludio de un posible choque mayor en los próximos meses debido a ajustes en la plantillas.