Un negocio es algo vivo que debe ser capaz de adaptarse a los cambios que hay en el mercado. Esto no implica necesariamente dejar de hacer lo que se hacía en un principio, pero tampoco hay que quedarse estancado. Con el tiempo van apareciendo nuevas necesidades en el mercado, ¿por qué no cubrirlas?
Diversificar un negocio es ir un poco más allá de donde estás ahora mismo. Por ejemplo, si ofreces un servicio, podrías plantearte ofrecer otros servicios complementarios. Así, si hay un cambio en la demanda y la gente ya no necesita tanto lo que ofrecías originariamente, tienes otras cosas que puedes ofrecerles.
6Mantén la proporción
Uno de los fallos al afrontar la estrategia de diversificación es no dar a cada parte del negocio la importancia y relevancia que tiene. Está bien centrarse en el nuevo proyecto, y es normal que durante el proceso de puesta en marcha necesite mucha atención, pero nunca hay que perder de vista la idea de negocio original.
La extensión de la marca debe ser una división reducida, si se le da más protagonismo del debido puede llegar a condicionar recursos económicos y personales del negocio original, lo que podría llegar a acabar con él o, al menos, a ponerlo en un grave riesgo.