Un negocio es algo vivo que debe ser capaz de adaptarse a los cambios que hay en el mercado. Esto no implica necesariamente dejar de hacer lo que se hacía en un principio, pero tampoco hay que quedarse estancado. Con el tiempo van apareciendo nuevas necesidades en el mercado, ¿por qué no cubrirlas?
Diversificar un negocio es ir un poco más allá de donde estás ahora mismo. Por ejemplo, si ofreces un servicio, podrías plantearte ofrecer otros servicios complementarios. Así, si hay un cambio en la demanda y la gente ya no necesita tanto lo que ofrecías originariamente, tienes otras cosas que puedes ofrecerles.
4Ten en cuenta que no vale todo
Para llevar a cabo una estrategia de diversificación con éxito lo primero que hay que tener claro es que no vale todo. Y esto es algo que mucha veces no tienen en cuenta ni las grandes compañías. Lo que queremos decir es que puedes entrar en nuevos mercados y ampliar tu gama de productos o servicios, pero siempre con un hilo de continuidad.
Retomamos el ejemplo de la tienda de ropa. Tendría sentido diversificar creando una línea de complementos o de calzado, pero carecería de todo sentido utilizar la marca que ya está creada y tiene una determinada imagen para lanzar un producto que nada tiene que ver, como un batido energético.
Debe existir una idea de continuidad entre el negocio original y las ramas en las que se va a ir diversificando. Que al final el consumidor pueda asociar la marca primigenia con productos o servicios que guardan cierta relación entre sí.