Un negocio es algo vivo que debe ser capaz de adaptarse a los cambios que hay en el mercado. Esto no implica necesariamente dejar de hacer lo que se hacía en un principio, pero tampoco hay que quedarse estancado. Con el tiempo van apareciendo nuevas necesidades en el mercado, ¿por qué no cubrirlas?
Diversificar un negocio es ir un poco más allá de donde estás ahora mismo. Por ejemplo, si ofreces un servicio, podrías plantearte ofrecer otros servicios complementarios. Así, si hay un cambio en la demanda y la gente ya no necesita tanto lo que ofrecías originariamente, tienes otras cosas que puedes ofrecerles.
3¿Qué tipo de diversificación elegir para tu negocio?
La horizontal implica poner a la venta nuevos productos o servicios en nuevos mercados que guardan relación con el negocio original. Por ejemplo, una pastelería que comienza a ofrecer además productos aptos para diabéticos, celíacos e intolerantes a la lactosa. Mientras que la diversificación vertical es entrar de lleno en operaciones que antes se delegaban en otros agentes u operadores. Por ejemplo, el supermercado que hace ahora el reparto a domicilio con su propio servicio logístico.
La diversificación conglomerada es una de las más complejas, puesto que implica incluir productos o servicios que no guardan relación con la idea inicial de negocio. Piensa en Google, arrancó con un buscador y ahora tiene incluso un coche autónomo. Por su parte, la diversificación concéntrica es añadir nuevos productos pero que guarden relación con una misma línea comercial. El caso más típico son los refrescos: con cafeína, sin cafeína, sin azúcar, etc.