El autónomo puede pasar por situaciones a lo largo de su vida que afecten a su salud física e impidan que pueda desarrollar su trabajo, ya sea de forma temporal o incluso permanente. Son lo que se conoce como incapacidades laborales. Pero no todas ellas son iguales, varían en función de la causa que las origina y los efectos que tienen sobre la persona.
Hablamos de incapacidades laborales cuando alguien sufre una enfermedad o un accidente a consecuencia de los cuales se ve impedido para llevar a cabo su trabajo. Estas situaciones pueden afectar tanto a trabajadores por cuenta ajena como a trabajadores por cuenta propia, pero en esta ocasión vamos a centrarnos en las que inciden sobre el autónomo.
7Incapacidad permanente absoluta
Es un caso muy grave en el que el autónomo queda tan afectado que no va a poder volver a trabajar ni en la que era su profesión hasta el momento de la enfermedad o el accidente ni en ninguna otra cosa. Las secuelas le impiden llevar a cabo cualquier tipo de actividad profesional o laboral.
Ante una situación de este tipo los autónomos tienen derecho a percibir una pensión vitalicia que se calcula aplicando a la base reguladora un porcentaje del 100% de la misma. Se busca así que el afectado tenga recursos económicos para poder subsistir aunque ya no pueda trabajar nunca más.