La crisis sanitaria provocada por el coronavirus ha otorgado una segunda vida a Twitter. Básicamente porque muchos daban por muerta a esta red social. Con el auge de Instagram y el tirón de TikTok, la compañía del pajarito transitaba, como casi desde que nació, encontrando su propia identidad.
Pero entonces llegó el coronavirus, la gente se ansió de información y Twitter se convirtió en el lugar perfecto para monitorear la actualidad. De hecho, siempre ha sido así. Se trata de una red social donde pastan muchos periodistas. Y esto, gracias al ego desmedido que (nos) acompaña a la prensa, hace que sea un canal de información muy abundante. Todos quieren compartir sus temas, temazos y temones.
Así pues, muchos han dado por perdidas redes sociales que potencialmente han generado más tráfico, como Facebook, por la exposición inmediata que genera Twitter. Además, la televisión ha sido un gran aliado. Con los mensajes directos, las citas, la conversación… esa es otra cuestión que ha servido a la compañía que dirige Jack Dorsey para conseguir un uso masivo e intensivo: tiene una interfaz sencilla, es directa y manejable.
Aunque todo eso, precisamente, ha degenerado durante la pandemia provocada por el covid-19. Es decir, ya se veían maneras, pero la vorágine informativa de las últimas semanas, junto a la necedad política y su ambición por manipular los mensajes, ha llevado a Twitter a ser una máquina de generar fango, bulos y fake news. La difusión de este tipo de material ha proliferado. Valga decir que Facebook y WhatsApp no se quedan atrás. Pero recuerden, ahí no hay periodistas ni fama.
Junto a todo esto, Twitter se ha convertido en el lugar favorito para los insultos, los mensajes de odio y otras cuestiones que irritan a muchos usuarios. El hándicap, como se ha mencionado, es que su utilidad es valiosa. En la compañía lo saben y por eso quieren salir al rescate de los enfangados.
TWITTER Y LAS PISTAS DE UN MEJOR TWITTER
Ante este escenario, en Twitter se han puesto serios y quieren que la experiencia de usuario mejore. Para ello, llevan días aconsejando a los usuarios cómo realizar algunas acciones que todo sea más limpio, florido y suenen los trinos del pajarito.
El consejo, entre otros, es que silencies a la gente. No que la dejes de seguir. Hay que recordar que el follow-back sigue funcionando. De esta manera, callas los mensajes de quien no te guste, pero no lo sabe. Junto a esto, un enlace con otros mensajes para hacer un «timeline» mejor.
Por ejemplo, también advierten de que se puede silenciar respuestas. Esto va dirigido, sobre todo, para aquellos que tienen un volumen muy importante de seguidores y no quieren saber lo que la gente opina de ellos. Lógicamente. Así que se trata de un mute para los incordios. Del mismo modo, se pueden bloquear cuentas de tal modo que no se puede seguir al bloqueador, y así tampoco se puede interactuar.
Y quien quiera ir más allá, desde Twitter recomiendan reportar los comportamientos abusivos. Del mismo modo se pueden silenciar palabras, conversaciones… en definitiva, la red social manda un mensaje de: no podemos hacer nada por mejorar la plataforma, tan solo podemos asesorarte para que tu experiencia no se la de un campo de minas.
Algo que es comprensible. Twitter está viviendo un gran momento reputacional, más o menos. Gracias a Donald Trump, su herramienta se ha convertido en un vehículo casi oficial de información. Por eso, deben transigir con ciertas conductas, los políticos, los bulos… para mantener a flote el barco. Y para todo lo demás: silenciar.