La empresa de alquiler de vehículos Hertz registró unas pérdidas netas atribuidas de 356 millones de dólares (329 millones de euros) durante el primer trimestre de este año, lo que supone más que duplicar sus ‘números rojos’ en comparación con los 147 millones de dólares (135,8 millones de euros) que perdió en el mismo periodo de 2019.
Tal como ha señalado la firma estadounidense, estos datos se explican en su mayor parte por la crisis mundial provocada por el brote de coronavirus, que redujo «casi a cero» los viajes para evitar una expansión mayor de dicho virus.
En este sentido, la facturación de Hertz cayó un 8,7% en lo que va de año, pasando de 2.107 millones de dólares (1.947 millones de euros) en 2019 a 1.923 millones de dólares (1.777 millones de euros) entre enero y marzo de este año.
«Comenzamos el año con un impulso positivo, extendiendo la fuerte trayectoria de crecimiento de los últimos tres años, reflejando aumentos constantes tanto en precio como en volumen, mejora de la productividad y de la gestión de flotas», ha reivindicado el consejero delegado de Hertz, Kathryn V. Marinello, tras lo que ha añadido que el coronavirus interrumpió esta situación.
Entre otros datos, la firma registró unas pérdidas brutas de explotación (Ebitda) de 243 millones de dólares (224,5 millones de euros), mientras que en el primer trimestre del año pasado estas pérdidas fueron ‘solo’ de 4 millones de dólares (3,7 millones de euros), un .
«En solo dos meses, el estallido del coronavirus creó una importante interrupción del negocio a medida que la demanda mundial de viajes se redujo casi a cero y el mercado estadounidense de vehículos usados cerró. Inmediatamente cambiamos nuestras prioridades comerciales para centrarnos en la seguridad de empleados y clientes, en la reducción de gastos y en la preservación de liquidez», ha destacado el directivo.
Por todo ello, Hertz se vio obligado el mes pasado a despedir a aproximadamente 10.000 empleados en Norteamérica debido a las consecuencias del Covid-19, mientras que alcanzó un pacto con los bancos para obtener más tiempo para reestructurar su deuda y evitar su bancarrota.