El Gobierno está recomendando encarecidamente que se utilice mascarilla protectora siempre que salgamos de casa y en algunos lugares es obligatorio, como en el transporte público. Este elemento de protección filtra el aire pero impide que las gotas de saliva que transportan el coronavirus, alcancen las vías respiratorias de otras personas. El problema es que algunos fabricantes están aprovechando el miedo y la necesidad para hacer su agosto vendiendo mascarillas falsas.
Aunque se han incautado varias partidas de miles de artículos falsos que no cumplían con la normativa, la realidad es que se siguen fabricando en talleres clandestinos, y sin licencia con materiales de mala calidad y de bajo costo. Y la altísima demanda de mascarillas en todo el mundo, facilita que se puedan colar en el mercado. Para no comprometer nuestra salud ni la de los demás, es fundamental ser muy cautelosos y adquirir el material sanitarios en lugares confiables, además de saber distinguir las auténticas de las falsas.
El objetivo de las mascarillas es proteger al usuario ante distintos tipos de elementos contaminantes como gases o gérmenes. Sin embargo, cuando no cuentan con la correspondiente certificación, la protección que brinda es muy baja, que unido a la falsa sensación de seguridad que proporcionan, se pueden convertir en un peligro, además de acumular gérmenes y polvo. Hay algunas maneras rápidas para comprobar fácilmente si una mascarilla es auténtica o no.
1PRUEBA DEL AGUA
La primera consiste en verter un poco de agua sobre el tejido y sostenerla en horizontal. Si es genuina el agua se mantendrá en la superficie, si se filtra es que se trata de una falsificación y no debemos utilizarla. Las mascarillas originales deben ser a prueba de agua, ya que están fabricadas con tres capas de tejido filtrante según los estándares de la Union Europea y de los EE.UU. Las que no cumplen con este requisito, solamente protegerán contra el polvo pero no contra el covid-19.