Las compañías que prestan servicios de reparaciones en el hogar han visto mermado sus ingresos al atender solo servicios urgentes durante la pandemia.
La crisis sanitaria del COVID-19 está generando un daño muy importante a toda la economía española. Según las últimas previsiones de la Unión Europea (UE), el Productor Interior Bruto (PIB) en caerá alrededor del 9,4% en España durante este 2020, convirtiendo a la española en la economía que más afectada se va a ver en Europa junto con Italia y Grecia. La situación actual va a poner en peligro a una buena parte del tejido productivo español, concentrado en pymes, quienes van a sufrir grandes riesgos de viabilidad debido a los problemas de solvencia.
Para paliar estos daños, el Gobierno ha lanzado y puesto una serie de medidas para minimizar el daño económica. Estas iniciativas tienen como punto fuerte la movilización de 200.000 millones de euros, un dinero que se está materializando en forma de créditos, préstamos, pago de ERTES, etcétera. Sin embargo, son muchas las empresas y profesionales que han manifestado sus quejas debido a que las ayudas no llegan.
Entre las empresas que más peligro corren de cerrar en los próximos meses cuando se vaya normalizando la situación son las que se dedican a prestar servicios de reparación en el hogar. El impacto del COVID-19 ha minimizado el trabajo de fontaneros Madrid, por ejemplo, unos profesionales que han tenido que reducir su actividad a atender los servicios catalogados como urgentes.
La imposibilidad de poder atender durante los primeros días del estado de alarma otro tipo de trabajos ha hecho que la facturación de las empresas de este sector hayan caído, la mayoría de las ocasiones, por encima del 75%, obligando incluso a un porcentaje de ellas a tener que cerrar su actividad y acogerse a ERTES con el pensamiento de que en el futuro podrán retomar la actividad con cierta tranquilidad.
Sin embargo, la incertidumbre de cara al futuro planea sobre ellas, sobre todo en las que se han acogido a un ERTE porque, al hacerlo, tienen que garantizar el trabajo a sus profesionales durante seis meses tras la superación del estado de alarma o según se vaya actualizando las condiciones del Gobierno.
En una situación similar se encuentran los electricistas autorizados, quienes también han visto muy mermado su capacidad de trabajo y su facturación durante el estado de alarma, limitando los trabajos a sólo los considerados como esenciales. Aquí, por ejemplo, cabe destacar que muchos profesionales han realizado trabajos para la administración pública a la hora de garantizar el suministro eléctrico en hospitales de campaña o en otro tipo de iniciativas que requerían de unos servicios imprescindibles.
Sin embargo, al igual que ha sucedido con los fontaneros, los trabajos realizados en oficinas, empresas o en los hogares han sido prácticamente inexistentes en los primeros 50 días desde la declaración del estado de alarma. La esperanza que manejan este tipo de empresas de cara al futuro y según se va viendo en las diferentes fases programas por el Gobierno es que podo a poco puedan a empezar a prestar más servicios en los hogares y empezar a ganar en facturación y liquidez de cara al futuro.
Siempre garantizando la seguridad y protección
La permisión, poco a poco, de realizar ciertos trabajos no debe hacernos olvidar de que el riesgo de contagio está todavía presente, por lo que todas las partes implicadas deben protegerse para evitar cualquier tipo de contagio. Esto es algo que todos los profesionales de empresas de servicios en los hogares tienen claro, por lo que no han dudado en invertir para adquirir material de protección en sus empleados.
En este sentido, los cerrajeros 24 horas a la hora de hacer sus intervenciones acuden con guantes y mascarillas de seguridad, al tiempo que cuentan en todo momento con gel para desinfectar los instrumentos que utilizan en su trabajo. Hay que tener en cuenta que según los expertos, el virus del COVID-19 puede llegar a permanecer durante días en materiales como el hierro o el acero, por lo que toda protección siempre es poca.
Con las medidas de protección tomadas, este sector profesional confía en que la población vaya poco a poco solicitando servicios de cerrajería y empezar a animar a la economía de estas empresas que están pasando por momentos muy duros y que tienen serios problemas de liquidez y de solvencia, tal y como les sucede a las empresas de reparación persianas.
Al no ser un servicio considerado esencial, los profesionales que se dedican a arreglar las persianas están entre el colectivo que más daño está sufriendo en estos días y no ven con claridad cuál va a ser el futuro de su sector en el corto plazo. Lo que tienen claro es que para salir de la crisis que están viviendo deben de empezar a trabajar y, para ello, necesitan que la población que tenga que hacer reparaciones confíe en ellos.