sábado, 23 noviembre 2024

Los héroes de la distribución, además, sostienen los precios

Servir y proteger. Este es un lema casi internacional que suele definir la labor de la policía. Un lema que se ha convertido en más realidad que nunca en España por la crisis del coronavirus.

Todas las encuestas y estudios de campo publicados estos días coinciden en una cosa, valorar a los cuerpos policiales, junto a los profesionales sanitarios, y el Ejército, como las instituciones de las que mejor percepción tienen los españoles en medio de esta emergencia sanitaria.

Héroes anónimos que han puesto su saber al servicio de los demás. Pero ha habido más. No han sido los únicos. Es el caso de aquellos otros que han hecho que la palabra desabastecimiento no haya calado entre los hogares españoles. Y, por ende, han evitado el caos y la anarquía. Se trata del canal de distribución, al completo.

Desde el reponedor del supermercado, hasta cajeros, dependientes, fabricantes y transportistas. Sin ellos, hoy, estaríamos vendidos y la calma social en la calle sería muy distinta. Hemos visto durante décadas en Estados Unidos como en caso de toques de queda y cierre de comercio la respuesta de una parte de la población es el asalto y la anarquía. Eso se ha evitado en nuestro país gracias al canal de distribución, que ha trabajado en circunstancias especiales para estar abierto evitando el tan temido desabastecimiento, que siempre acaba en desórdenes públicos.

“Llevamos varias semanas de intenso trabajo siendo testigos de la extraordinaria dedicación de nuestras personas. Tenemos un equipo entregado que ha estado dando lo mejor de sí mismo con una clara misión: la de servir a la población en estas circunstancias tan difíciles. Solo tengo palabras de agradecimiento y admiración”. Son palabras de Ricardo Álvarez, consejero delegado de DIA España.

Un agradecimiento que se ha traducido en recompensas. DIA, Carrefour, Alcampo, Mercadona, Hiper Usera, Lupa, Sánchez Romero, Consum, Bonpreu, Masymas, Supercor, Hipercor, Supersol, Lidl, Aldi… la mayoría de estas compañías han gratificado a sus trabajadores con dinero en efectivo y otro tipo de compensaciones.

Así, por ejemplo, Carrefour ha premiado a sus empleados con 200 euros netos y Mercadona ha cifrado esa gratificación a la especial entrega en un 20% de bono, haciendo ambos bueno el dicho de que es de bien nacidos ser agradecidos.

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Pero además del término servir, la actuación durante la pandemia de estos establecimientos a puesto de manifiesto que la palabra proteger ha formado parte de su vocabulario. Y lo ha hecho en una doble vertiente.

Por ejemplo, y volviendo al caso de DIA, renunciando a vender una parte de los productos de la campaña de Pascua para dársela a los niños en situación de vulnerabilidad. En concreto, 16.000 unidades de chocolate. O invirtiendo en la protección de sus empleados y, por tanto, de sus clientes.

INVERSIÓN EN SEGURIDAD

Desde que arrancó la crisis, el sector de la distribución ha puesto su empeño en dotar a sus empleados de las medidas de prevención necesarias. Desde dotación diaria de mascarillas, guantes, y gel hidroalcohólico, hasta pantallas faciales y técnicos de limpieza para asegurar la desinfección de sus centros.

No sólo a sus empleados. Algunos establecimientos como los de Mercadona entregan a todos los clientes que acceden a sus instalaciones guantes de protección, y por seguridad se hace sin excepción, incluso con clientes que ya acceden con guantes. Mamparas, mascarillas, guantes, se trata de una inversión cuyo coste ha sido elevado. En el caso de Mercadona, más de 100 millones de euros.

El precio que ha pagado por proteger la salud y la seguridad de clientes y de sus más de 90.000 trabajadores ha sido de 14 millones de euros desde que se declaró el estado de alarma, hasta finales de marzo. Es decir, a millón de euros por día sólo en equipos de protección personal (EPI).

A ello habría que añadir otros 12 millones en asegurar que el abastecimiento haya sido fluido y constante en las tiendas. Aumentó los contratos con transportistas. Más otros seis millones en medidas para desinfectar tiendas y almacenes. Sin olvidar el apoyo a los proveedores, con pagos al día o con anticipos, dotándoles de liquidez. Medida, esta última, que acaba afectando al margen.

Las grandes superficies están asumiendo los costes de limpieza, seguridad e incremento de personal contra sus margenes de beneficio para poder mantener el servicio

Carrefour por su parte, desinfecta sus centros hasta tres veces al día, y los centros de la enseña francesa no son tiendas de espacio reducido, sino que algunos de sus hipermercados superan los 12.000 metros cuadrados de superficie. Para que nos hagamos a la idea la superficie total a limpiar es de más de 2 millones de metros cuadrados, el equivalente a 290 campos de fútbol… No sólo se desinfectan las zonas visibles sino también los carros y cestas de la compra, cajas, mostradores, estanterías, obradores, vehículos…

El esfuerzo por mantener los centros abiertos, operativos, abastecidos y limpios es ingente, y estas empresas lo llevan a cabo sin ayuda gubernamental pese a ser una actividad de primera necesidad que debería contar con el amparo de las autoridades.

Además, estas firmas lejos de buscar proveedores lejanos en zonas donde no hay confinamiento, están apoyando a sectores críticos como por ejemplo el de productos frescos. Carrefour más del 90% de los que comercializa son de origen español, y por ese motivo ha incluido a los ganaderos, agricultores y pescadores españoles en la campaña #Juntosparaayudarte, con la que quieren dejar constancia de que ahora la labor que se realiza con el sector agroalimentario es vital para surtir, cada día, los establecimientos de con productos cercanos, de Km0, frescos y sostenible

Ni decir tiene que estas medidas e inversiones van directamente contra la cuenta de resultados de las empresas gestoras de estos establecimientos, y que estos se están viendo seriamente afectados. Se trata de un claro ejemplo de dejación de funciones por parte de nuestras autoridades, que, en un caso de salud pública como este, debieran ser los responsables de adquirir el material necesario para que se pueda desempeñar una actividad tan básica para el correcto funcionamiento del país como la compra de alimentos.

Mercadona

El resultado del confinamiento no ha sido otro que unas ventas récord para Mercadona: 2.331 millones de euros en marzo. Pero el beneficio se ha quedado tan solo 5 millones de euros, frente a los 57 millones previstos, por los costes extraordinarios ya reseñados. Como se suele decir, la seguridad tenía un precio. Y ese precio lo está pagando el sector de la distribución para garantizar el abastecimiento y con él la seguridad en un momento tan delicado como este. A los números me remito, nadie puede durar del compromiso del sector retail, especialmente la alimentación, en estas circunstancias.

La tesis de estas grandes compañías ha sido que no falte de nada, a cualquier precio. Y si hay que invertir, se invierte. La última muestra de ello la tenemos con el centro logístico que Mercadona acaba de abrir, en plena pandemia, para dar servicio online en Madrid con una inversión de 12 millones de euros. Cien puestos de trabajo creados que pueden llegar a la cifra de 350 en el futuro para abastecer la capital.

LOS PRECIOS PERMANECEN ESTABLES PESE A TODO

Fue en la semana previa a la declaración del estado de alarma (del 9 al 15 de marzo) cuando los ciudadanos se lanzaron a las tiendas para hacer acopio de aquellos productos que consideraban esenciales. Fueron momentos de tensión y surrealistas que pusieron a prueba el canal de distribución y que hicieron que se agotaran algunos productos como el papel higiénico, los tintes del pelo, el kepchup o las masas para hacer pizza. La distribución se reinventó en tiempo record para mantener la logística y reponer diariamente los establecimientos. A partir de entonces, ese tipo de compras han ido menguando por la garantía de aprovisionamiento que ha llevado a cabo el sector de la distribución.

De hecho, y según los últimos datos del análisis del consumo del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el volumen de compra de alimentos, en la semana del 6 al 12 de abril, apenas se ha incrementado un 0,1% respecto a la semana anterior.

El titular de la cartera, el ministro Luis Planas, ha calificado al funcionamiento de la cadena alimentaria como “una de las grandes lecciones positivas de esta crisis tan dramática”. En declaraciones recientes a Expansión, recalcó que “tanto el sector productor, la industria y la distribución se han comportado de manera ejemplar”. Y tenemos que ser todos conscientes de ello. Estoy seguro que muchos españoles hoy miran de forma distinta a la cajera o el reponedor del supermercado de su barrio. Se han dado cuenta de que trabajos que a menudo son vistos con desdén forman un papel esencial en la cadena de producción y en nuestro abastecimiento.


Pero en los últimos días están surgiendo algunas voces que intentan dejar el poso de que las cadenas de distribución están aprovechando la coyuntura para subir precios. A grandes rasgos, y según la OCU, se mantienen. Pero hay subidas puntuales y coyunturales en algún producto. Aecoc, la asociación de fabricantes y distribuidores que engloba a El Corte Inglés o Carrefour, ha descartado que se esté especulando con los márgenes. Se han encarecido algunos (sorprendentemente muy pocos) productos de alimentación, pero por la temporalidad de los productos o la escasez de materia prima como consecuencia del confinamiento.

DIFICULTADES EN EL SECTOR PRIMARIO

Un ejemplo de ello es la mandarina, que ha subido, pero es porque es fin de temporada. La local se agota, y la que viene de fuera, es más cara. Es un problema estacional. El calabacín también lo ha hecho. Pero porque no hay gente en el campo para recogerlo, no porque las grandes superficies intenten especular con ello. Y su precio se ha incrementado un 10% en origen. Pretender que las grandes superficies tienen un plan maligno para forrarse con el incremento de unos céntimos en el calabacín, mientras asumen en sus riñones el sostenimiento del canal, roza el delirium tremens.

Desde el sindicato agrario COAG, se estima en 100.000 temporeros los que se necesitan en el campo para recoger las cosechas. Es evidente que esa falta de mano de obra cada día que pasa en Estado de Alarma y confinamiento, hace que se acentúe la falta de producto.

Algunos grandes distribuidores están manteniendo un control diario de los precios en sus establecimientos. Así, desde el pasado 13 de marzo Mercadona vigila y audita sus precios. Y lo hace para demostrar y garantizar que no hay especulación ni subidas, más que las lógicas de mercado, el momento y estacionalidad. Pero también se monitorizan las bajadas. Así, el 4 de abril por poner un ejemplo, bajaron 50 céntimos el kilo de mandarina, y el 17 de marzo, hizo lo propio con el kilo de solomillo de cerdo. Porque estamos ante un tema de comportamiento normal de mercado. No sólo de oferta y de demanda. Los costes de producción también ahora son en muchos casos mayores y muchos de ellos los están asumiendo contra sus márgenes de beneficio las empresas de distribución.

Pretender que las grandes superficies tienen un plan maligno para forrarse con el incremento de unos céntimos en el calabacín, mientras asumen en sus riñones el sostenimiento del canal, roza el delirium tremens.

No se trata de aprovechar la coyuntura. Hay falta de mano de obra. Hay escasez de materias primas. Hay cambios de hábitos en el consumo. Y hay cambio de temporada: a partir de mayo comienza la recogida de los frutos de hueso, melocotón, pera, paraguaya, melón, sandía, hortalizas…

Para las patronales Anged y Asedas, la tensión inflacionista sólo se ha trasladado al precio de final de determinados productos y de manera residual. Pero eso no ha implicado un mayor margen para el vendedor final, que está sosteniendo el consumo de nuestro país de forma heroica, generalmente efectiva y muy útil para el conjunto de los ciudadanos.


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