El olivar de Jaén es la mayor fuente de riqueza de la provincia. La joya de la corona del aceite de oliva en España puede dejar, según la temporada, alrededor del 50% de la producción nacional. Y en su elaboración no sólo se obtiene uno de los manjares mejor valorados del mundo, sino que se generan restos aprovechables para usos energéticos como los biocombustibles, para la generación de calor y agua caliente. El hueso de aceituna es una de esas biomasas mediterráneas que alimentará los sistemas de calefacción de los colegios de Jaén, «tan pronto como la situación excepcional por la que estamos atravesando lo permita», asegura el diputado provincial de Agricultura, Ganadería, Medio Ambiente y Cambio Climático, Pedro Bruno.
Con el objetivo de promover la eficiencia energética y la reducción del consumo de energía en instalaciones, edificios y servicios municipales, la Diputación de Jaén ha dado luz verde a la instalación de 52 calderas de biomasa en los centros escolares de la provincia.
Dentro del programa de economía baja en carbono, la institución provincial ha aprobado 36 expedientes por algo más de 25 millones de euros con cargo al Programa Operativo FEDER de crecimiento sostenible, de los que “se han adjudicado recientemente nueve expedientes para instalaciones de uso térmico de la biomasa, que permitirá implantar 52 calderas de biomasa en 29 municipios”.
Con la puesta en marcha de esta iniciativa, que se desarrollará principalmente en centros de enseñanza, se pretende mejorar la eficiencia de este tipo de instalaciones con la sustitución de sistemas de calefacción poco eficientes -abastecidas por combustibles fósiles- por calderas de biomasa, con lo que se calcula que podrían dejar de emitirse unas 2.000 toneladas de CO2 a la atmósfera.
Además, este programa posibilitará la reforma de las instalaciones, un ahorro del combustible por el aumento de la eficiencia, la simplificación de su mantenimiento y la opción de tener una mejor gestión y control de estos sistemas de calefacción. Unos sistemas de generación de calor neutros en emisiones de CO2, al emplear combustibles naturales -biocombustibles- como los pellets de madera, huesos de aceituna, restos forestales o cáscaras de frutos secos.
Según Bruno, en total “el presupuesto de estas actuaciones supera los 3,9 millones de euros, de los cuales el 80% son subvencionables mediante los fondos europeos FEDER y el 20% restante lo aportan la Diputación y los 29 ayuntamientos beneficiarios”, cuya contribución a este proyecto oscilará entre el 5% y el 15% en función de la población de cada municipio.
El cambio de estas calderas comenzará a ejecutarse “tan pronto como la situación excepcional por la que estamos atravesando lo permita, y va a posibilitar que se genere riqueza y empleo en la provincia de Jaén”, concluye Pedro Bruno.
SECTOR DEL OLIVAR EN JAÉN
La provincia de Jaén es la mayor productora mundial de aceite de oliva, por lo que gran parte de la economía jienense se basa en el monocultivo del olivar, según datos de COAG Jaén. La consideración de sector estratégico del olivar y del aceite de oliva es incuestionable y no solo por su aportación a la economía provincial, sino también por las repercusiones sociales, ambientales y culturales. De hecho, la totalidad de los municipios de la provincia viven o se encuentran, al menos, relacionados con el cultivo del olivar.
La provincia de Jaén, con más de 550.000 hectáreas de olivar, representa más del 25% de la superficie española y el 42% de la andaluza. Produce, además, dependiendo de la temporada, en torno al 50% del total nacional de aceites de oliva, y más del 20% de todo el mundo.
Desde una perspectiva interna, el 78% de la superficie agrícola de la provincia se destina al cultivo del olivar, que es mayoritariamente de aceituna para almazara. Por otro lado, el concepto de «aceites y derivados» representa más del 90% de la producción final agrícola de la provincia.
En este sentido, una campaña normal genera, aproximadamente, 8 millones de jornales de recolección y más de 150.000 de molturación, cuyo valor económico es de alrededor de 300 millones de euros, dependiendo de los precios del aceite de oliva que se manejen en cada campaña.
HUESO DE ACEITUNA, CÁSCARA DE FRUTOS Y OTRAS BIOMASAS
Las calderas de biomasa se alimentan a partir de biocombustibles sólidos como los pellets de madera, astillas, huesos de aceituna, o cáscaras de frutos secos. Estos equipos se emplean para suministrar calefacción (por radiadores, aire o suelo radiante) y agua caliente a una vivienda o edificio de viviendas. Estas calderas no solo son más eficientes, sino que su tecnología permite una mejor y versátil regulación.
Sus avanzados sistemas de control permiten gestionar y regular estos equipos con eficiencia tanto en consumo como en mantenimiento. Además, el precio de la biomasa no depende de mercados internacionales como ocurre en el caso de los combustibles fósiles, como el gas o el petróleo, por lo que ofrece una energía más estable y barata, y permite la compra de biocombustible a granel.
En este sentido, se trata de una fuente de energía autóctona, que se produce en el ámbito local y que, por tanto, contribuye a fijar población y crear empleo en nuestro territorio.
Desde el punto de vista medioambiental, el uso de biomasa facilita el aprovechamiento y valorización energética de residuos procedentes de procesos industriales, como es el caso del hueso de aceituna y los restos forestales del olivar, para generación de energía renovable, más barata y no contaminante. Para utilizar el hueso de aceituna como biocombustible basta con secarlo y eliminar las partículas finas.
El sector ofrece equipos eficientes, tecnológicamente muy avanzados y policombustibles -que permiten la combustión de diferentes tipos de biocombustibles-. Por todo ello, el hueso de aceituna es una de las alternativas energéticas más competitivas en Andalucía.