El mazazo del coronavirus sobre la economía española se ha hecho sentir especialmente en el sector bancarios. Y, dentro de ellas, las más pequeñas es donde el impacto está siendo más virulento. La almeriense Cajamar ha sido la última en sentir el golpe, después de que la agencia de calificación Fitch haya degradado su nota de solvencia por debajo del bono basura.
En concreto, la entidad española ha notificado a la CNMV que la agencia de calificación le ha otorgado a su deuda un rating de BB- en el largo plazo. Lo que significa que cae al bono basura, es decir, que el pago de su deuda ya no es seguro. De hecho, la definición que da de dicho escalón es: “Grado especulativo. No se puede considerar que el futuro esté asegurado. La protección del pago de intereses y del principal es muy moderada”.
Aunque la situación es mucho peor. Por un lado, porque, además de colocar su deuda a largo plazo como bono basura, el signo menos indica que la perspectiva es negativa. Esto es, que Fitchs considera que en las próximas semanas la estabilidad de la entidad podría sufrir altibajos. Por otro lado, que la calificación de la deuda a corto plazo es incluso más bajo todavía al caer a la B: La garantía de los pagos de interés o del principal puede ser pequeña. Altamente vulnerables a las condiciones adversas de negocio. Un nivel justo antes de entrar en problemas para los acreedores.
IMPACTO DEL CORONAVIRUS EN LA BANCA PEQUEÑA
El nuevo informe acerca de la solvencia de Cajamar, por parte de Fitch, forma parte de la revisión de los ratings de 18 grupos bancarios españoles, como resultado de las consecuencias económicas de la crisis del coronavirus. De hecho, el parón de la economía tiene un efecto perverso sobre la banca que ha obligado al Gobierno a intervenir, a través de una línea de avales, que sin embargo no ha sido suficiente para garantizar la supervivencia de las pequeñas entidades.
Los expertos consideran que muchas de ellas puede ser deficitarias, con beneficios negativos, en los próximos meses por los impagos a los que tendrán que enfrentarse. Así, tanto desde el sector como desde las firmas de análisis consideran que todos estos problemas llevarán a un nuevo proceso de consolidación en el sector, como el vivido entre 2009 y 2012, que empezará a materializarse a finales de año.
CAJAMAR PRESENTA UNA RENTABILIDAD EXIGUA
Obviamente, una de las que entran en las quinielas es Cajamar. La firma presenta en los últimos años una rentabilidad exigua, por debajo del 3%. Además, recurrente en el tiempo: en 2017, fue del 2,64%. Un año más tarde apenas creció hasta el 2,6%. A lo que suma también una tasa de mora mucho más alta, por encima del 6%, que supera con cierta holgura al resto del sector.
Aun así, la entidad había logrado mejorar sus ratios de capital en los últimos años. Un incremento que la había valido para que la misma Fitch le subiera un escalón, del BB- al BB, hace tan un par de semanas atrás. LA agencia de calificación consideraba que “el éxito del grupo en la reducción de los activos problemáticos en los últimos años, lo que también ha contribuido a una mejora de su capitalización, tanto en sus ratios de capital ponderados por riesgo como de activos problemáticos”.
Pero, una rentabilidad mínima y una mora excesiva es una carga demasiado pesada para aguantar un parón económico de estas magnitudes. Por el momento, Fitch la ha vuelto a situar por debajo del bono basura, pero todavía es pronto para conocer los verdaderos efectos que tendrá la pandemia en España. El golpe en las próximas semanas puede ser peor.