El pago de impuestos no es trago de buen gusto para nadie, pero para los autónomos mucho menos. Estos profesionales soportan una gran carga fiscal, y no es solo la cantidad de impuestos que hay que pagar, es que hay que estar continuamente pendiente de las obligaciones con Hacienda para que no se pasen los plazos y evitar así posibles sanciones.
Entre liquidaciones trimestrales de IVA, de IRPF y cotizaciones a la Seguridad Social, un autónomo se encuentra con que si quiere ganar al mes unos 1.000 euros limpios debe facturar una cantidad que esté por encima de los 3.000 euros. Algo que, desde luego, no está al alcance de todos los profesionales.
4Un problema también para los autónomos consolidados
Podríamos pensar que esta situación solo afecta a los profesionales que llevan poco tiempo trabajando por su cuenta, pero no es así. Muchas de las bajas que se producen por consecuencia directa de no poder hacer frente al pago de cotizaciones e impuestos se dan entre autónomos que ya tienen su negocio consolidado y llevan entre 5 y 10 años con él.
Esto nos demuestra que los trabajadores por cuenta propia son un colectivo especialmente vulnerable. Un cambio en la demanda o la llegada de una crisis económica pueden llevarse por delante incluso negocios que ya parecían plenamente consolidados y que, de repente, se ven incapaces de cumplir con sus obligaciones tributarias y de Seguridad Social.