Para los autónomos tener que recurrir a la financiación externa no es nada extraño. Esto puede ocurrir al inicio de la actividad, pero también es frecuente que haga falta invertir en el negocio una vez que ya está en marcha. Los fondos pueden destinarse a adquisición de materias primas, formación, alquiler, compra de un vehículo, etc.
Tanto las entidades públicas como las entidades de crédito son conscientes de la necesidad de financiación de los autónomos y precisamente por ello les ofrecen productos especialmente pensados para ellos. Créditos que tienen ventajas como la facilidad de acceso a los mismos o un menor tipo de interés.
4Subvención para formación
Autónomos y empresas están en un entorno muy cambiante y no se pueden permitir quedarse atrás. Un trabajador por cuenta propia que hoy está al día respecto a lo que ocurre en su sector y las herramientas que tiene que utilizar puede que mañana no lo esté, lo que lleva a una importante pérdida de ventaja competitiva.
Esto nos demuestra que la formación es esencial para un autónomo, pero también suele ser cara. Por suerte, con la subvención pública para formación el profesional puede recuperar hasta un 75% de lo que haya invertido en formación, con un límite máximo de 3.000 €. Una ayuda muy interesante, porque los conocimientos son el activo más importante que tiene un autónomo.