Hoy en día se hace preciso hacer uso de cualquier medida que reduzca tanto el gasto de las familias como del consumo energético. En el primer caso, por una cuestión económica; en el segundo, por una responsabilidad con el medioambiente.
En ese sentido, el aislamiento térmico de una vivienda es la forma más eficiente y rápida de ahorrar hasta un 50% en calefacción o sistemas de refrigeración. Tal y como explican las empresas de aislamiento, gracias a la aplicación de este sistema en paredes y techos es posible frenar todas las vías de escape por donde puede salir este tipo de energía, de modo que el consumo se ve positivamente afectado.
La mayoría de viviendas presentan un mal aislamiento de paredes, y esto hace que las calefacciones tengan que estar más tiempo encendidas y a una mayor temperatura para lograr una sensación de confort mínima. Con un aislamiento correcto esta sensación de comodidad se logra antes y lo que es más importante: se mantiene por más tiempo.
Aislamiento insuflado: el mejor sistema para ahorrar
De todas las técnicas que existen en la actualidad para lograr el aislamiento térmico de una vivienda, la del aislamiento insuflado es sin lugar a dudas la que se está imponiendo cada vez más. Esto es así porque se trata de la opción que mejor funciona, además de resultar económica y rápida y fácil de aplicar.
El aislamiento insuflado es un tipo de aislamiento que no requiere obra, por lo que el trabajo puede quedar realizado en 24 horas o menos. Tampoco causa grandes molestias a los habitantes del inmueble debido a la propia fórmula de instalación.
En resumen, se trata de introducir el aislamiento en las fachadas que cuentan con cámaras de aire tras los muros. Gracias a un sistema de inyección muy poco invasivo, el material aislante llega a ocupar toda la cámara de aire de una manera efectiva y rápida.
El procedimiento
El procedimiento de instalación de este tipo de aislante es sencillo. Tras un examen de las cámaras de aire de la construcción se decide cuáles son los puntos más efectivos para intervenir para que el aislamiento sea óptimo.
En esas zonas se realizan unos pequeños agujeros de no más de 4 centímetros por los que se meterá la herramienta para insuflar el material aislante. El último paso es cerrar el agujero con yeso o mortero, dependiendo del tipo de superficie donde se haya realizado.
Evidentemente, los materiales aislantes utilizados son de la máxima calidad y deben responder a una resistencia térmica alta y presentar una alta capacidad de permeabilidad para que el vapor de agua que se crea por diversos motivos en el interior de la casa pueda salir sin ningún tipo de problemas.
Una de las ventajas más interesantes de este tipo de aislamiento térmico es que no requiere mantenimiento y, en condiciones generales, se trata de un proceso que dura y es efectivo durante toda la vida del inmueble. De este modo, es muy fácil amortizar el coste de la instalación ya que a la alta efectividad de la misma se le suma que no hay que pensar en reparaciones, revisiones ni nada que implique un gasto extra.