El Gobierno que lidera Pedro Sánchez anunció un gigantesco plan para hacer frente al coronavirus. Pero, no explicó la letra pequeña. Y, claro, el diablo está en los detalles. La movilización de 117.000 millones de euros públicos provocará, más tarde o más temprano, desbocar las cifras estatales y multiplicar el déficit en los próximos años. Una situación que a la larga tendrá que arreglarse de una de las siguientes manera: o aumentar los ingresos, principalmente subir el IVA, o reducir los gastos (donde sobresalen las pensiones).
La situación actual no es nada sencilla. Con la actividad económica en mínimos los ingresos, vía impuestos y tasas, se reducen drásticamente. Por su parte, los gastos no solo se mantienen (salvo detener algunas infraestructuras), sino que se incrementarán con fuerza debido a que hay que abonar el paro a los cerca de dos millones de personas que pueden ir al paro en las próximas semanas. En definitiva, el déficit en 2020, veremos como continua la situación, se va a incrementar con fuerza. ¿Supone un problema? En la actualidad no, porque inyecta dinero el BCE, pero a la larga sí.
LAS PENSIONES EJERCEN DEMASIADA PRESIÓN
No hay dinero para pagar las pensiones. Al menos, en los próximos años. Se trata de una realidad incómoda. Una verdad que los políticos conocen, pero no se han atrevido a abordar. Incluso peor, se han mostrado a favor de subirlas por encima del IPC para rascar votos. Pero, ¿Se puede prolongar en el tiempo? En realidad, no. Actualmente, solo es posible gracias a que emitimos más de 15.000 millones de euros de deuda que sirven para compensar lo que no se puede pagar vía impuestos al trabajo.
Además, la situación se complicará en los próximos meses. Al déficit ya existente se le añadirá una importante caída de la recaudación de las cotizaciones sociales. Además, se extenderá durante unos cuentos meses. Una situación peliaguda si, además, se le añade que nuestra deuda sobre PIB se ha incrementado notablemente por el efecto del coronavirus. Al final, Bruselas podría optar por pedir medidas al Gobierno y, probablemente, se optará por incluirlas en los Presupuestos Generales.
La idea de incluir las pensiones en los PGE, para acabar con el déficit, supondrá que una parte de los ingresos actuales también tendrán que ir a sufragar dicho pago. Una situación que obligará, si se decide por está opción y no por bajarlas o congelarlas, a encontrar un amortiguador extra en forma de ingresos. Y ese no será otro que el IVA.
BRUSELAS TIENE EL IVA DE ESPAÑA EN EL PUNTO DE MIRA
Lo que ahora no es problema, lo será en los próximos años a medida que la deuda sobre PIB se incremente con fuerza. Entonces, será el momento en el que Bruselas exigirá medidas para compensarlo. Los políticos de izquierdas siempre han tenido en mente que se deben subir impuestos, porque estamos en el rango bajo de ingresos públicos en la UE, pero nunca han señalado realmente cuales deben ser. Sí, en campaña siempre se habla de los ricos, patrimonio y sucesiones, pero si ellos juntos en máximos tienen un impacto relevante.
Una situación que nos lleva directamente al IVA. El impuesto al valor añadido es, junto al IRPF, la tasa con mayor poder recaudatorio. También es la tabla de salvación en momentos complicados, así tras los duros años de la crisis subió del 16% al 21%. ¿Lo volveremos a ver subir? Seguramente. La razón es que pese a la subida, que es del 31%, todavía está por debajo de la media europea y de otros países con más recaudación. Por ejemplo, los nórdicos lo tienen cercano al 25%, mientras que Portugal en el 23%.
En definitiva, si se quieren incluir las pensiones en los PGE, como parece y los propios políticos de izquierdas han señalado, no quedará más remedio que subir el IVA. Parece casi seguro. Aunque, la pregunta es si ¿será suficiente con el 23% cómo Portugal o incluso se tendrá que llegar al 25% de Suecia?