La tecnología es un arma de doble filo. Mejora mucho la vida de las personas, puede permitir al ser humano hacer cosas hasta ahora insospechadas, pero también implica problemas. La seguridad informática es un tema que preocupa mucho en la actualidad. Por eso, ciertas tecnologías de conectividad no se le deberían aplicar a dispositivos tan críticos como marcapasos, bombas de insulina, etc.
Si se le añade tecnología inalámbrica como Bluetooth o WiFi a estos dispositivos, cualquiera podría hackearlos para hacer que funcionen de forma errática. Si se tiene en cuenta que de ellos depende la vida o la salud de una persona, las consecuencias podrían ser incluso mortales. Por eso, muchas cosas deberían estar desconectadas por el bien de todos…
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En definitiva, cualquier tecnología conectada y de la que dependa tu estado de salud o vida puede ser un potencial riesgo. Los ciberataques y las vulnerabilidades que pueden tener estos sistemas podrían hacer que algunas personas decidieran «apagar» remotamente a personas que no les interesan.
Por tanto, como un acto de responsabilidad, toda la industria médica debería anular por completo los sistemas críticos conectados. O, al menos, que estuviesen reforzados al máximo para que las vidas no se pudieran poner en riesgo.
La conectividad y las nuevas tecnologías han posibilitado grandes cosas, pero a veces lo rudimentario es lo más seguro en un mundo cibernético tan atenazado…