Las constructoras, la gran industria o los establecimientos físicos y la hostelería son el último bastión que le queda al coronavirus para terminar de romper la economía. Una frontera que, por el momento, parece inalterable pese a que una gran parte de los trabajadores españoles ya han entonado el toque de retirada al teletrabajo. Desde un gran constructora española se reconoce que a día de hoy «nadie ha hablado de trabajar desde casa» en el caso de los empleados de oficina y que las obras en desarrollo «serán lo último que se cierre». Así, más de 4,3 millones de trabajadores esperan en vilo a una decisión del Gobierno.
El teletrabajo cuenta con una serie de ventajas importantes, que nunca se han querido explotar, aunque también tiene sus limitaciones. En el plano del trabajo a través de un ordenador u móvil, el que se pueda realizar desde la oficina, no presenta excesivos problemas gracias a que España posee una de las redes de conexión más seguras y rápidas en los hogares de toda Europa. De hecho, se puede decretar el no ir al lugar del trabajo sin que la economía se resienta, al menos, con fuerza. Todo cambia, cuando los que se ven involucrados son aquellos que sí están obligados a ir, puesto que su desempeño laboral no se puede ejecutar en otro sitio.
Una desventaja, si se quiere llamar así, para aquellos dedicados a la construcción, a la industria o a la hostelería, entre otros. De hecho, dichas empresas no quieren ni oír hablar de mandar a sus trabajadores a casa por una sencilla razón: no es posible el teletrabajo, puesto que deberían asumir ellas las pérdidas económicas derivadas del parón. El único motivo que podría hacerles cambiar de razón, explican fuentes cercanas a las mismas, es la puesta en marcha de un ambicioso plan de ayudas por parte del Gobierno que dirige Pedro Sánchez. En definitiva, trasladar los costes al Estado.
MÁS DE 4,3 MILLONES DE PERSONAS NO PUEDEN TELETRABAJAR
La realidad es que sin un plan activo del Gobierno, más bien sin dinero por parte del Estado, más de 4,3 millones de personas en España deberán seguir en sus puestos de trabajo. La industria es el gran problema. Por un lado, porque el número de trabajadores es mucho mayor al resto con cerca de 2,76 millones de empleados en toda España. Por otro, porque su parón es definitivo para el resto de la economía, en especial, cuando lo que se fabrica son productos de consumo diario. Una diferencia vital y que le hace mucho más sensible, por ejemplo, a la construcción.
Aunque, también la construcción se resentiría. Y no se trata de una actividad menor. En la actualidad, cerca de 1,28 millones de personas trabajan en el sector y no solo están a la espera de lo que decidan desde las altas instancias de las empresas, sino también los suministros que llegan desde otros sectores. El famoso ciclo económico, nunca mejor descrito. Pero, también la hostelería o los servicios de alojamientos se verán obligados a seguir, sin ayudas del Estado o sino hay despidos, y suponen la friolera de otros casi dos millones de empleos.
LA PELOTA EN EL TEJADO DEL GOBIERNO DE SÁNCHEZ
Pero, todo no es tan sencillo. Si bien la solución parece fácil de ejecutar, de hecho, ya se han decretado planes similares en muchos países (el último ha sido Irlanda). No lo es del todo, puesto que suponen dos desafíos importantes para el Gobierno: por un lado, asumir de facto un parón real de la economía. El teletrabajo es una alternativa viable y eficaz porque la actividad económica sigue funcionando. Lo anterior, no funciona cuando tienes que mandar a casa a varios millones de trabajadores para no hacer nada. Por otro lado, hace falta una inyección de dinero para contener las pérdidas. En este sentido, Italia ha ofrecido 7.500 millones. Ambos dos factores, caída de la economía e inyección pública de dinero supone descuadrar las cuentas del Estado para mucho tiempo.
La fiesta empieza cuando hay que cuantificar cuánto debería poner el Gobierno. Con las cifras mínimas de arriba, que incluye unos 4,3 millones de trabajadores, y si tomamos el sueldo medio de España de 2019, unos 23.646 euros, sale un gasto para un mes de parón de actividad de 7.400 millones de euros. Una cifra similar a la de Italia. Aunque, se debe añadir compensaciones por los retrasos en las entregas o por la degradación de productos. También, señalar que parte deberían asumir las empresas. Por último, la cifra de trabajadores probablemente sea más alta y se necesitarán partidas extras para otras ayudas, por ejemplo, en materia de sanidad.
En definitiva, el teletrabajo, el cierre de colegios o universidades es un pequeño parche, mientras alguien decide detonar el botón rojo de la economía española. El problema es que las repercusiones son muy grandes, las variables infinitas y el tiempo corre en contra del Gobierno. El número de contagiados se dispara y se acerca la temporada de verano donde la economía española hace su especial agosto.