El ser humano es el único animal que sigue bebiendo leche y consumiendo todo tipo de productos lácteos tras acabar la fase de lactancia. Pero claro, algunos son intolerantes a la lactosa, por lo que el consumo de cualquier alimento derivado puede provocar una verdadera indigestión. El problema es que muchas personas dejan de consumir este producto al considerar que es perjudicial para la salud. Nada más lejos de la realidad.
Pero claro, la falta de información está perjudicándote más de lo que te imaginas. Así que, antes de plantearte dejar de tomar lácteos para comenzar tu particular guerra contra la lactosa, mejor que sepas lo que te espera. Sí, ese vasito de café con leche por la mañana debería mantenerse en tu dieta.
1El bulo sobre su digestión
La lactosa es el azúcar de la leche, y muchas personas han decidido eliminarla de su dieta. En parte, culpa de esta nueva moda la tienen algunos anuncios de famosas marcas de leche.
En concreto, una de ellas explicaba cómo la protagonista tenía problemas digestivos, hasta que se pasó a la leche sin lactosa. Según estudios, no está verdaderamente comprobado que la eliminación de la lactosa sea buena para nuestra digestión.
Es más, la Autoridad en Seguridad Alimentaria Europea advierte que su eliminación sin una correcta suplementación, puede conllevar a la pérdida de las vitaminas D y B2, además de un bajo aporte de calcio. Por lo tanto, no se recomienda llevar una dieta con esta restricción, tras un autodiagnóstico.