El Mobile World Congress 2020 se ha suspendido. Aquí debería acabar este artículo. La esencia es muy simple. Pero tras esta suspensión, provocada en principio por el coronavirus (hay que dudar de todo), queda un tufo de intereses cruzados que ha tenido a demasiada gente a la expectativa de lo que pasaba.
La raíz de todo nace con el virus engendrado en China. Lógicamente, el MWC se alimenta en gran medida de la presencia asiática y, desde hace unas semanas, la situación con el coronavirus se ha puesto muy tensa. Ante esta circunstancia, las empresas empezaron a tirarse del barco. La primera LG.
Después llegó un fin de semana extraño. Ericsson fue la siguiente. Los motivos, los mismos: no quería poner en peligro de sus empleados, clientes y socios. El miedo a la cancelación ya estaba activado. Pero de momento se podían hacer fuegos de artificio. La prensa entró al trapo. ¿Amazon? Bueno, es su servicio de cloud, no afecta a la esencia del Mobile.
Y así, en ese momento, se fue calibrando el parte de bajas en función de si eran empresas importantes para la feria o no. La organizadora, la GSMA, publicaba el domingo unos briconsejos de andar por casa para decir que estaba todo en orden: control a los chinos que vienen de China y lavarse muchos las manos. Tampoco nada de besos ni abrazos.
Eso no convenció, y desde el lunes de esta semana bajas y más bajas. Ya daba lo mismo si eran grandes o pequeñas. Nadie sabía lo que sucedía.
LLEGÓ EL MOMENTO DE LOS OPERADORES
Tras un puñado de compañías que se habían tirado del barco, no se incluía ningún operador de telefonía. Eran la clave. A fin de cuentas la GSMA representa, principalmente, a este tipo de empresas. Pero aquí empezaba el “tira tú que a mí me da la risa”. Nadie quería quedar mal. En el caso español, Telefónica ha guardado los muebles hasta última hora. Tanto, que su postura oficial sobre la celebración o no del congreso todavía no se conoce.
Vodafone, Orange, BT… todas fuera. A la GSMA no le ha quedado más remedio y ha tenido que dar marcha atrás, tras un “sí, pero no”, y finalmente no habrá MWC este año. Pero ahora se abre otro melón, uno que los políticos españoles y catalanes han ido preparando durante la semana.
CORONA… QUÉ…
La ministra portavoz del Gobierno, María José Montero, decía el martes en rueda de prensa tras el Consejo de Ministros que todo estaba normal, que “circulen aquí no pasa nada” y, si apuramos, se podría celebrar El Rocío en Barcelona con 6.000 chinos.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; miembros de la Generalitat; y el propio ministro de Sanidad, Salvador Illa, aseguraban que todo estaba en orden, que no había problema por traer a miles de asiáticos a Barcelona y que las medidas de la GSMA, las que el domingo por la noche valían, pero el miércoles no, eran una buena idea.
Después de este sainete, ahora llega lo que importa, ¿quién se hace cargo de este despropósito? Por un lado está la GSMA y Barcelona. Por otro, el negocio con la Fira; más allá los exhibidores… y de por medio las empresas que tienen que recoger el chiringuito. Cientos de millones de euros que volarán de unas manos a otras en una historia que, realmente, ha camuflado el verdadero asunto: ¿hay de verdad tanto peligro con el coronavirus?