Desde que el cigarrillo electrónico salió al mercado en China en el año 2003, se ha ido extendiendo por todos los países hasta llegar al nuestro, hace unos ocho años. Cuando comenzó, todo el mundo quería probar el nuevo producto sin nicotina que se parecía al tabaco y que no hacía daño.
Realmente, en tan solo este tiempo que se lleva usando el cigarrillo electrónico, los investigadores sanitarios no han podido decir con seguridad qué daños ocasiona a largo plazo. El tabaco normal lleva años causando enfermedades y cánceres.
No hace mucho que los anuncios de cigarrillos en la televisión decían que fumar era «lo mejor del mundo» o que ibas a la consulta del médico y este te atendía con un cigarro en la mano. Pocos años después, se demostró todo lo que provocaba y ya es impensable tales conductas.
Se cree que los cigarrillos electrónicos pueden ayudar a dejar de fumar. En parte sí y en parte no. Los médicos recuerdan que hay fármacos como la nicotina, el bupropión o la vareniclina que usan para tal fin y que son más aconsejables.
6Fumador pasivo
Pese a que se “supone” que el cigarrillo electrónico es menos dañino que el otro, se han detectado mayores concentraciones de cotinina en la sangre de las personas que lo usan.
También tienen algunas sustancias que son volátiles y que pueden llegar al sistema respiratorio del fumador pasivo y alojársele en el pulmón.
El consumo del cigarrillo electrónico está regulado por la Ley 3/2014, de 27 de marzo y prohíbe su consumo en los siguientes lugares:
- En los centros sanitarios.
- En sitios cerrados, tanto si son al aire libre como si no.
- En los centros docentes, a excepción de las zonas al aire libre en las universidades o sitios de enseñanza para mayores de edad.
- En transportes públicos.
- En parques infantiles o zonas de juego para niños.
- No se puede usar en los centros y dependencias de administración pública.