La dermatitis atópica es uno de los problemas más comunes de la piel por los que se acude al dermatólogo hoy en día. Esta enfermedad puede aparecer tanto de pequeños como de adultos.
Es una enfermedad molesta y crónica, pero que no se contagia. Hace que la piel se te vuelva escamosa y seca, no llega a ser una psoriasis, pero sí es molesta y pica. Las partes del cuerpo que más sufren a causa de la dermatitis son los codos, las rodillas, los brazos, las piernas o la cara.
Los brotes de dermatitis varían desde leves a graves mejorando en algunas épocas del año. En invierno es cuando las personas con dermatitis más sufren de esta afección tópica.
Rascarse es contraproducente por mucho que te provoque un alivio temporal. Es necesario mantener las uñas cortas y limpias en todo momento, más aún si son pequeños los que sufren dermatitis porque concienciarlo es más complicado. Si existe rascado nocturno es importante tomar precauciones para que no se hagan heridas y poner guantes si fuese necesario.
Veamos algunos trucos para evitar que la dermatitis termine con tus nervios.
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La ropa está en contacto directo con la piel, por lo que escoger un tipo de material adecuado es imprescindible para que la dermatitis no empeore. Las personas con este tipo de afectación deben huir de los tejidos hechos con lana. Es necesario que utilices ropa de algodón o de lino.
Además, otra cosa importante que se nos suele olvidar cuando se tienen enfermedades de piel como la dermatitis es que los ácaros del polvo no ayudan a su mejoría. Es necesario que no tengas exceso de peluches o de objetos que retengan polvo. El dormitorio es la zona que más limpia y libre de tiestos deberías tener.
Evita las alfombras y lava al menos cada quince días las cortinas de la casa. Una forma de no volverte loco es tenderlas aún mojadas, así no se arrugarán y cogerán menos ácaros.