Carlos Sainz no es un piloto al uso. Forma parte de uno de esos que aparecen unas pocas veces entre tantos que prueban suerte en esto del automovilismo, pero que cuando lo hacen, sobresalen de manera deslumbrante. Esta vez lo hizo ganando el Dakar, su tercer Dakar, el cual éste de 2020 cambió las tierras sudamericanas para celebrarse en Arabia Saudí con escenario final en Qiddiya.
El escenario, tierra y más tierra, color crema, apenas un puñado de aficionados en una ciudad por construir de la que apenas existe el nombre todavía. De proyecto ya no le queda nada a Carlos Sainz, pero sí le queda futuro, a juzgar por cómo se ha adjudicado este título y todo lo que ha vivido. Pero entre estos éxitos, también le han tocado otros ciertos momentos amargos; desde Merca2.es repasamos la vida del piloto español.
5El Lancia, los dos subcampeonatos con Subaru y la amarga derrota a 700 metros con el Toyota
Las siguientes temporadas de Carlos fueron en distintos equipos. Primero pilotó el Lancia en el año 1993, considerado el mejor equipo, con el que obtuvo su peor resultado, debido a que no hubo desarrollo alguno en el coche.
No se hizo esperar: al año siguiente firmó por Subaru, que venía pisando fuerte, para compartir equipo un par de años con nada menos Collin McRae, otro de los legendarios. Al volante de un Subaru Impreza, el piloto madrileño sumó dos subcampeonatos del mundo en 1994 y 1995.
Tras un par de años de paso por un Ford Escort, a finales de los 90 volvió a Toyota, equipo con el que hasta la fecha había conseguido esos dos mundiales. En su regreso a la marca nipona Carlos Sainz pilotó el Toyota Corolla WRC que le traería más de un disgusto. Aquí podemos revivir uno de los momentos más amargos para el español, pues a tan sólo 700 metros para el fin de etapa su Toyota dijo ‘basta’: ¡Trata de arrancarlo, Carlos!