Bien podría servir de inspiración para un guión cinematográfico aunque, por lo pronto, Valdelavilla (Soria) aspira a continuar como set de rodaje de una serie de éxito que ha estrenado su primera temporada en Telecinco. Este pueblo abandonado en la década de los ’60 y recuperado por la Caja Rural de Soria en 1998, a través de la sociedad participada Soria Tierras Altas S.A, pasó a ser un activo de la entidad en 2006. Desde su rehabilitación ha experimentado diferentes etapas hasta alcanzar el estrellato televisivo.
Un periplo en el mundo de los negocios que comenzó como emplazamiento de la ‘aldea inglesa’ promovida por Vaughan Systems, pasando por alquilarse como complejo hotelero para eventos, reuniones y retiros de empresa, así como para la celebración de bodas y fiestas familiares. “La historia de Valdelavilla ha sido la de una constante reinvención”, resume Javier Gracia, director de Empresas Participadas de Caja Rural de Soria.
La entidad apostó fuerte por Valdelavilla y por dotar de actividad empresarial a este pueblo víctima de la despoblación que, tras años de intenso trabajo y diversidad de usos ahora ha sido ‘colonizado’ por los actores y profesionales de la serie ‘El Pueblo’, de la productora Contubernio Films. Conseguir que un pueblo condenado a la desaparición tras el éxodo de sus vecinos se convirtiera en un negocio rentable no parecía viable. Para contar la película de la renovada Valdelavilla hay que remontarse más de dos décadas atrás, hasta llegar a los dos últimos años en los que ha resucitado como plató de televisión, asegurando así su actividad también en 2020, gracias al rodaje de la tercera temporada de la serie.
“Pasados los hielos de enero, comienzan los preparativos en febrero y en marzo el rodaje, hasta noviembre”, ha manifestado Gracia. “Hasta 90 personas se establecen en el pueblo durante esos meses”, prosigue el directivo de la entidad, por eso “ahora es un proyecto rentable, pero no siempre fue así”. De hecho el complejo turístico ha sobrevivido gracias a que la Caja Rural de Soria “compensaba con el resto de las empresas participadas”, es decir “hemos hecho una diversificación amplia en diferentes proyectos de desarrollo en la provincia para que la cosa fuera sostenible en su conjunto”.
El primer capítulo de ‘El Pueblo’ catapulta a la diminuta localidad soriana a los titulares de prensa: fue lo más visto el pasado miércoles gracias a un 19,4% de cuota de pantalla media. La propuesta de Contubernio Films, que se estrenó el pasado mes de mayo en Amazon Prime Video, reunió delante del televisor a 2.654.000 espectadores, durante la emisión de su primer capítulo en abierto. Pero antes de cosechar éxitos hubo que sembrar inversiones. “Para conseguir que se grabara la serie y, aún más importante, asegurar la permanencia de la productora en la localización, hubo que hacer grandes inversiones”, explica Gracia a MERCA2. “Inversiones en comunicaciones, como una antena satelital, reformar los baños, las cocinas de las casas, la depuradora” en definitiva, todo lo necesario para atraer a un ‘socio’ cuya rentabilidad “nos viene por lo que el proyecto deja en la zona”.
ACTORES Y VECINOS
Lo que ocurre en Valdelavilla es algo único y no sólo porque “aunque pueda resultar apetecible para otros, el nivel de inversión ejecutado hace que sea difícil que salgan competidores”. Lo más llamativo de la historia es que los profesionales de la productora se convierten en eventuales vecinos por unos meses. Dicho de otra manera, ruedan en las mismas casas que habitan. “Al principio protestaban porque no tenían cobertura, pero pasaron de irse los fines de semana a Madrid, a quedarse y traer a sus familias”, cuenta el directivo de la entidad. El impacto económico tuvo su reflejo incluso en el ‘cepillo’ de la iglesia de la comarca, según los lugareños. Síntomas que invitan a los más optimistas a pensar que alguno de los ocasionales residentes pueda quedarse a vivir en la zona.
“Además de cumplir con todas las expectativas como pueblo, el factor competitivo que decantó la balanza de la gente de Contubernio fue la proximidad a Madrid”. La proyección económica y social del rodaje de una serie de televisión para una comarca con una densidad de población menor que la del desierto del Sáhara Occidental “genera una economía de escala alrededor que se puede capitalizar en la provincia”, comenta Gracia.
El responsable de empresas participadas de la Caja Rural -entidad que supera el 40% de cuota de mercado en la provincia- piensa a lo grande en el futuro: “Ahora nuestra obsesión no es permanecer, sino crecer”. Y puede hacerlo porque considera “una gran suerte” haber topado con la Productora Contubernio “porque sus profesionales aportan ideas geniales y actúan con absoluta generosidad” asegura Gracia. Por eso “nuestro objetivo es atraer talento, no dejar escapar el que hay aquí, o conseguir que regrese tras formarse fuera” de la provincia. “Aquí no es tan importante hablar de rentabilidad como de sostenibilidad de los proyectos”.
LA REMOTA ‘ALDEA INGLESA‘
Uno de los primeros moradores del ya complejo hotelero fue Richard Vaughan, que convirtió Valdelavilla en referencia de la inmersión lingüística en España. Desde 2001 y durante diez años los cursos intensivos de inglés promovidos por Vaughan Systems atrajeron a unos 5.000 alumnos y angloparlantes. El aislamiento que caracteriza a este lugar remoto facilitaba la desconexión del idioma. “Esa también fue una etapa muy rentable” afirma Gracia, pero terminó cuando varios hoteles de cuatro estrellas de Madrid igualaron el precio del alojamiento al del alquiler del complejo en su conjunto. Dejó de ser necesario entonces desplazarse hasta Tierras Altas, aunque se perdió el característico retiro de los cursos.
El complejo hotelero tuvo entonces que reinvertarse dando paso a un atractivo espacio, muy cercano a Madrid, que se ofrecía para acoger reuniones y otros eventos de empresa y también bodas y otras celebraciones familiares. 80 plazas hoteleras y salas para 250 personas conformaban la oferta de Valdelavilla. Con afluencia desigual, el proyecto regresó a la actividad aunque con intermitencias en su rentabilidad.
LA CULTURA DEL DESARROLLO RURAL
Ruralia (Holding de Caja Rural de Soria) y Cetasa (Compañía Eólica de Tierras Altas) son dos de las empresas participadas por la entidad soriana que buscan el desarrollo económico de la provincia y el asentamiento de las poblaciones en el conjunto del territorio. El holding identifica “posiciones competitivas para la provincia en sectores como: turismo rural, idiomas, naturaleza, atención a la tercera edad, turismo balneario, automóvil, agroalimentario y consolidación de los proyectos maduros en generación de energía renovable”.
Cetasa nace en 1997 de la mano de Endesa, Caja Rural de Soria y Caja Rural de Navarra. Con unos parques eólicos ya maduros, la empresa sobrevive a los cambios normativos recientes con el CMI (Centro de Mantenimiento Integral de parques eólicos) en San Pedro Manrique, que da empleo a unos 80 trabajadores en labores de mantenimiento o fabricación de componentes y cuenta con la colaboración de la Mancomunidad de los 14 ayuntamientos de la zona.
La remota localización de los parques supone la oportunidad de deslizar a las pymes locales hacia tareas relacionadas directamente con la actividad de mantenimiento de energías renovables, empezando con la eólica como soporte de base.
La cartera de instalaciones renovables de Cetasa asciende a 100 MW, repartidos en cuatro parques eólicos situados en la comarca de Tierras Altas. Cuenta con 132 aerogeneradores que, casi en su totalidad, se levantan sobre suelo municipal, obedeciendo a la máxima de devolver parte de lo generado a la zona y, que a su vez, esto contribuya al desarrollo económico y social.