Los fichajes de Bankinter en banca privada, en la que había perdido fuerza en los últimos años, empiezan a dar resultados. La entidad que dirige Dolores Dancausa acaba adjudicarse la gestión de Mobinver, la multimillonaria sociedad de inversión en capital variable (sicav) propiedad de los Serratosa Caturla, una de las familias más adineradas de la Comunidad Valenciana. Un encargo que hasta ahora, se hizo efectivo el pasado 13 de enero, había tenido durante muchos años atrás Banca March. El fondo cuenta con un patrimonio que supera ligeramente los 12 millones de euros y mantiene unas comisiones cercanas al 1%, según desglosa la última actualización del folleto de la misma.
Para entender el origen del movimiento hay que retroceder hasta mediados de agosto del 2018, momento en el que Banca March sufrió una estampida en su segmento de banca privada. A la salida de Anna Olsina, que era directora territorial y número dos de la división, que se dirigió a Adbank se le unió el robo, por parte de Bankinter, del grueso de su equipo en Valencia. Así, de la noche a la mañana la entidad naranja añadía a su red de agentes a los siguientes nombres: Pepe Saborit, David Jerez, Rafael Alapont, Ignacio López Roselló y Alejandro García Serrano.
La operación se ha gestado gracias a la confianza en los gestores y a pesar de que la rentabilidad ofrecida por el vehículo de inversión no ha sido del todo satisfactoria en los últimos años. De hecho, apenas se ha revalorizado un 14,87% desde el 2008, poco más de un punto porcentual por año que es la cantidad que se paga por comisiones, y en los últimos tres años ese porcentaje ha sido de un triste 0,33%. Además, en lo poco que va de año su resultado es negativo, cede un 0,55%, lejos de los topes de patrimonio que atesoró años atrás.
El grueso de las inversiones que maneja la sicav, que ahora son responsabilidad de Bankinter, provienen de las plusvalías de la multimillonaria operación de venta a la mexicana Cémex de Valenciana de Cementos. La histórica compañía la dirigían sus primos, los Serratosa Luján, con el patriarca Emilio Serratosa Ridaura a la cabeza y en la que ellos conservaban una participación. De hecho, la cabeza visible del fondo es Federico Serratosa Caturla, que hace las veces de presidente y consejero, al que se le unen desde sus hermanos José, Rafael e Ignacio hasta los hijos de los mismos.
BANKINTER EN BUSCA DE RELANZAR SU BANCA PRIVADA
Los fichajes en los últimos años por parte de Bankinter tenían un objetivo claro: relanzar su segmento de banca privada, después de cerrar en 2018 uno de sus peores años. Dicho segmento fue durante muchos años un importante baluarte para las cuentas de la entidad naranja, de hecho, entre 2014 y 2017 los ingresos por comisiones casi de doblaron al pasar de los 11,6 millones a los 21,5 millones. La buena gestión del equipo logró incrementar en un 40% el capital gestionado hasta superar los 21.200 millones (con récord en 2017).
Los buenos datos no pasaron desapercibidos entre la competencia y se produjeron importantes salidas como las de: Alfonso del Castillo, Borja Basagoiti y Javier López. Con ello, las comisiones cobradas en 2018 a clientes top disminuyeron un 30%, hasta la cifra más baja desde el 2014. Una situación que obligó a realizar fichajes, cómo ya se ha mencionado, y que ha logrado aumentar los ingresos un 5% por la gestión de patrimonio hasta septiembre de 2019.
LA CAÍDA EN DESGRACIA DE UNA FAMILIA HISTÓRICA VALENCIANA
La caída en desgracia de ésta rama familiar se ha profundizado en los últimos años, después de que sus andanzas financieras e industriales hayan fracasado estrepitosamente. Todo comienza con la venta de la histórica firma que se cifró en más de 600 millones de euros a pesar de que eran los años noventa. Las importantes plusvalías empujaron a ambas ramas de la familia a probar fortuna en nuevos proyectos empresariales. Así, mientras los Luján fundaban Air Nostrum, Nefinsa o adquirían Uralita los Caturla se decantaron por el pujante negocio de la construcción con el grupo Electra. Asimismo, desplegaron una importante actividad financiera mediante la puesta en marcha de distintas sociedades de inversión.
Pero su éxito fue efímero. La caída del negocio de la construcción se llevó por delante a la familia y en unos pocos años su fortuna quedó diezmada. En 2013, cerraron una de sus sociedades, East Wind, y dos años más tarde vendieron la joya de la corona, Inmobiliaria Electra. Incluso el nombre de los Serrasola Caturla apareció en la primera lista de morosos que publicó Hacienda con una deuda conjunta de 15,9 millones de euros. Aunque lo peor todavía quedaba por llegar. En 2017, se le embargaban la mayoría de las sicav de la familia, según constató la CNMV, y parte de sus bienes fueron subastados. Al final, solo Movinber ha sobrevivido a todo ello y se erige en su última esperanza para poder mantener su estatus de millonarios.