Carlos Godó Valls, quinta generación del clan y CEO del grupo mediático hegemónico en Cataluña desde hace más de un siglo, ya no sufre las miradas arrogantes de los cuates de su padre en La Vanguardia. Hace años algunos apellidos ilustres lo describían como un malencarado que estaba hundiendo Mundo Deportivo tras golfear por Nueva York.
Pero el ‘niño de papá’ ha salido respondón: la edición digital de La Vanguardia, relanzada bajo su tutela hace tres años y medio, se ha convertido en el diario más leído de España en el mes de noviembre según los datos de Comscore.
Para ello Godó Valls tuvo limpiarle el polvo a una redacción en la que relucían los egos decimonónicos de una burguesía barcelonesa que apostó por un periódico, La Vanguardia, que nació narrando los preparativos de esa Expo de 1888 en la que han chapoteado con fortuna Mendoza y Ruiz-Zafón.
La Vanguardia, hijo tardío de una Revolución Industrial que en nuestro país apenas se notó en Cataluña y Euskadi, se despojaba de la caspa añeja de la mano de un hereu, Godó Valls, que vio que el futuro era bajarse al barro de Facebook en vez de mirar con arrogancia a los digitales catalanes que le iban a pelear la merienda a su padre.
JORDI JUAN, EL HOMBRE DE CONFIANZA DE GODÓ VALLS
Verano del 2015: Carlos Godó Valls, hijo de‘donJavier’, todo junto, rescata como responsable de contenidos de la web de La Vanguardia a un histórico de la redacción, Jordi Juan, que vio que la versión online del periódico necesitaba un agua y algunas pinceladas de purpurina.
A Juan en las Copas de Navidad los plumillas millonarios le miraban por encima del hombro y le llamaban «Telecinco» por su propensión a cubrir los chismorreos de ‘Sálvame’ y ‘Gran Hermano’. Pero en enero de 2018 Juan era ascendido a vicedirector, es decir, se convertía en sombra de Màrius Carol.
El ascenso de Juan trajo consecuencias: trece meses después, febrero de 2019, La Vanguardia fusionaba sus redacciones en papel y digital para enfado de algunos clásicos de puro y tecleo a dos dedos que encarnan el cliché del que se mofaba David Jiménez en ‘El director’.
El exmandamás de El Mundo cuenta en la citada obra que un redactor añejo resoplaba ante una pantalla de ordenador y exclamaba al cielo: «¡A ver si se pasa esta moda de internet!». No hay mejor ejemplo para resumir un tiempo que ha convertido en reliquias de museo a grandes periodistas que por desgracia no se han querido adaptar a los nuevos tiempos.
LA VANGUARDIA APUNTA ALTO
La Vanguardia explicaba el pasado año que sus redacciones, la que escribía sesudos análisis sobre el procés (la papel) y la que se relamía ante una ruptura de María Teresa Campos (la digital), se unían para «aprovechar al máximo los flujos informativos para mejorar la oferta periodística en un mercado cada vez más exigente y competitivo».
«La potenciación del área de Participación, la creación de newsletters segmentadas para los usuarios y el contacto directo con los periodistas son algunas de las iniciativas que se pondrán en marcha en la nueva etapa», aseguraban.
Y ahí están los resultados en menos de un año: La Vanguardia consiguió el trono digital en noviembre según Comscore con 21,7 millones de usuarios con los que supera a El País, ABC, El Mundo (que paga el paywall) y El Español, en pleno pulso por el liderazgo nativo con El Confidencial.
El periódico catalán, demasiado mayor para tener abuela, no se corta a la hora de analizar su reinado momentáneo: «La Vanguardia se desmarca del resto de diarios españoles gracias a la combinación de las informaciones y análisis de profundidad, una gran agilidad en la cobertura de las informaciones de última hora y el éxito de audiencia de los canales temáticos». Esa receta, con mayor o menor fortuna, la están aplicando… TODOS.
JORDI JUAN PODRÍA RELEVAR A MÀRIUS CAROL
La Vanguardia ya consiguió ser el diario digital español más leído en dispositivos móviles en octubre. Cierto es que los números de la red, por desgracia, hay que tomarlos con pinzas: en marzo Comscore reconoció que sobrestimó en 2 millones de lectores al diario generalista de Godó.
Sea como fuere, Jordi Juan se postula a suceder a Màrius Carol, director puente que alcanzó el sillón VIP después de que José Antich enfadase a anunciantes y hasta a la Zarzuela con el giro independentista de La Vanguardia. Carol, premiado por escribir obras cumbres del periodismo español como ‘Las anécdotas de don Juan Carlos’, venía a apagar un fuego propagado gracias a don Javier de Godó.
El editor jugó al caballo soberanista durante muchos años y cuando vio que se acercaba el momento cumbre se tiró del caballo y culpó de todos sus males a Antich, hoy padre de otro éxito digital catalán, El Nacional. Javier de Godó ahora busca hacer olvidar sus silencios con artículos zalameros como «Un buen rey, incluso un gran rey» con los que La Vanguardia parece recuperar el apellido que lució durante franquismo, Española.
Ahora tocan nuevos tiempos y le toca el protagonismo a Carlos Godó Valls, que podría promocionar de nuevo a Jordi Juan sin descuidar a los hermanos pequeños de La Vanguardia: ese éxito llamado RAC1 y esa ruina conocida como 8tv.