Deutsche Bank (Berlín, 1870) está a cinco meses de cumplir 150 años. A su espalda, historias curiosas como que uno de sus fundadores (Georg Siemens) era sobrino del fundador de Siemens. O que vivió las Grandes Guerras. Sus mejores años fueron entre 1990 y 2000, cuando comenzó a expandirse en el extranjero y realizó importantes operaciones, como la compra en 1998 de Bankers Trust. Con lo que se convirtió en un gigante comercial.
En 2008, le azotó con ganas la crisis financiera. Y los distintos sucesores al frente de la entidad, no fueron capaz de solucionar su gran problema, la caída prolongada de los ingresos con la que no consiguen ser rentables.
El negocio más poderoso del banco siempre ha sido la renta fija. Y antes a la crisis, se convirtió en un líder de la industria, además de una de las mayores fuentes de ingresos para la entidad. Sin embargo, las estrictas regulaciones, los tipos de interés y los altos requisitos de capital han desinflado este negocio.
UN NUEVO CEO
En abril de 2018, con muchas ganas, llegaba Christian Sewing para asumir el cargo de consejero delegado y acabar con las luchas internas de las primeras filas, de hecho, reemplazó a altos directivos por ejecutivos de confianza. Por esa época ya había empezado a preparar un plan que diera un giro total al banco. Y una de las medidas anunciadas fue reducir el 25% del personal en el negocio de renta variable.
En 2019 llegaron las grandes noticias: empezaban conversaciones de fusión con Commerzbank, otro banco alemán en apuros. Una decisión que no partió de Sewing pero donde vio interés y entendía que le ayudaría a reducir los costes de financiación de renta variable.
En este momento, la posible fusión contó incluso con el apoyo del ministerio de Finanzas de Alemania y Cerberus Capital Management, uno de los principales accionistas de ambos bancos. Las conversaciones se anunciaron formalmente en marzo.
Aquí, aprovechó para hacer presión el CEO de Commerzbank, Martin Zielke, argumentando que quería una decisión rápida porque los empleados estaban descontentos. Pero el CEO de Deutsche Bank dedicó tiempo para calcular el ahorro que generaría una fusión. Y entre tanto, exploraba en secreto otra solución, hacerlo lo propio con UBS.
Con el banco suizo también mantuvo conversaciones sobre una megafusión que habría creado la mayor institución financiera de Europa. La idea era combinar los negocios de gestión de activos de los bancos. Pero ni una, ni otra, ambas conversaciones fracasaron. Y el 25 de abril se anunció el fin de las conversaciones con Commerzbank.
UN VERANO CALIENTE
Cuando las cosas no podían ir peor, se calentaron un poco más. El 8 de julio, Christian Sewing presentó su tan esperado plan, el que llevaba preparando desde antes de su nombramiento como CEO. Con su idea de darle un empujón al banco anunció el recorte de 18.000 empleos en tres años, en todo el mundo. Lo que supuso un impacto negativo extraordinario de 3.400 millones en las cuentas del banco en el segundo trimestre de 2019.
Además, decidió que el banco saldría de la actividad de renta variable y recortaría su negocio de banca de inversión para enfocarse en banca corporativa, financiación, cambio de divisas, banca privada y gestión de activos.
También se supo entonces que Alemania y Reino Unido serían los mercados más afectados por los despidos, mientras que Estados Unidos sería el que menos recortes sufriría una vez que el banco dejara el negocio de la banca de inversión.
Tan convencido estaba de su plan que se comprometió a invertir una parte de su sueldo en acciones de Deutsche Bank cada mes. Y creó una nueva Unidad de Liberación de Capital para gestionar estas operaciones.
DESPLOME EN BOLSA
Christian Sewing no convenció a los inversores. Sus acciones se desplomaron durante dos días consecutivos, llegando a dejarse un 10%. Y si echamos la vista atrás, el banco ha perdido más de un 40% de su valor en Bolsa desde que el CEO asumiera las riendas de la entidad.
La desconfianza hacia Sewing crecía y más, después de anunciar (también en julio) que los ingresos del banco crecerían un 2% anual, alrededor de 25.000 millones para 2022. Pero en pocas semanas tuvo que reconocer que los bajos tipos de interés hacían que ese objetivo fuera más difícil. Así que, en septiembre, tuvo que bajar el objetivo. Y alejó cualquier posibilidad de pedir a los accionistas más dinero para financiar el nuevo plan.
EL TURNO DE ESPAÑA
En octubre, llegaba el turno de España. Deutsche Bank anunciaba que reestructurará su negocio de banca minorista en el país. El movimiento implicará el cierre de 12 oficinas y la salida de 49 trabajadores de los 2.400 empleados que el banco tiene en España.
Es decir, reducirían un 6,6% de la red de oficinas, hasta las 169. Y de los trabajadores: 35 serán prejubilados y 14 despedidos. Las oficinas se cerrarán entre el 20 de diciembre y el 17 de enero, en concreto las que se encuentran en Soria, Teruel, Huesca, Palencia, Manresa, Puerto de Marbella, Alicante, Mollet del Vallès, Benidorm y Madrid.
En este sentido, fuentes de la entidad explicaban a MERCA2 que el objetivo de Deutsche Bank es concentrar el negocio para “incrementar su eficiencia”. Pero España es “un país clave” para Deutsche Bank. Y el consejero delegado ha comentado en varias ocasiones la apuesta decidida del grupo por el negocio local. En concreto, en la presentación de resultados de febrero 2019, cuando señaló estar “muy orgulloso” de sus franquicias, particularmente las de España, Italia y Bélgica.
¿Y AHORA QUÉ?
Los inversores entienden que Sewing ha logrado “avances importantes”, como la venta de activos no deseados y ganar el visto bueno de los reguladores para aprovechar las reservas de capital del banco y financiar la reestructuración, explican desde Bloomberg.
Pero retroceder en el objetivo de ingresos acabó con su credibilidad. Así que ahora, tiene que demostrar que puede generar ingresos y darle un empujón a las acciones. Entre las opciones que barajan los expertos están la venta de más negocios, ser adquirido o incluso ser nacionalizado.
Aunque en este tema, el CEO entiende que, dada la valoración actual del banco, sería el socio menor en cualquier negociación. El único punto a favor para Deutsche Bank sigue siendo la renta fija.
Sewing tiene ahora la última oportunidad de hacerlo bien. Pero probablemente, el futuro del banco pasa por vincularse con otros bancos a nivel europeo, en lugar de a nivel nacional o global, tal y como explicaba hace unos días Karl von Rohr, el presidente del Deutsche Bank.