Me he planteado alguna vez la soledad, pero no he llegado a la palabra temor. Entiendo, dentro de mi ingenuidad, que por mi afición a la lectura y mis ganas de escribir, probablemente la sentiría menos. Pero eso es muy fácil de decir cuando tienes una mujer que está a tu lado, cuando tienes aún un hijo pequeño… Creo que encontrarme solo con perspectiva de soledad larga sería difícilmente soportable.

 

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«Vamos a desperdiciar una enorme cantidad de talento y de experiencia.»

Yo tengo cuatro nietos y mi relación con ellos es, llamémosla, ‘urbana’. Vivimos a unos 40 kilómetros unos de otros, con lo que no hay una relación diaria. Me gustaría que nuestra relación fuese mejor, en el sentido de ser más intensa, más habitual… Me aguantan bastante bien, no me han dicho aún eso de “las batallitas del abuelo”; al contrario, me piden que les cuente cosas. Por mi parte, de personas mayores guardo tantas enseñanzas que me sería difícil escoger una concreta. Tal vez la frase que tanto le oía decir a mi madre: “Deus é bo eo demo non é malo”, que significa “Dios es bueno y el diablo no es malo”, lo que supone una posición de neutralidad ante los acontecimientos. Y eso es algo que, como periodista, siempre he procurado tener presente.

Hoy día, por suerte, la brecha generacional que hace solo unos años marcaba el uso de las nuevas tecnologías entiendo que se está reduciendo. Cada vez hay más personas mayores que usan el teléfono móvil, que navegan por internet y que incluso compran por internet. En ese sentido, me parecen francamente admirables las iniciativas del programa de Personas Mayores de ”la Caixa”. Darle a la persona mayor una ocupación, de ocio o no de ocio, que ayude a que se sienta útil en determinadas acciones sociales, como trabajos con niños o presos; ofrecerle oportunidades de practicar deportes, incitarlos a la lectura… Todas esas labores que ”la Caixa” está promoviendo me parecen dignas de aplauso y de agradecimiento por parte de la sociedad española.