Estar en pareja puede llegar a ser lo mejor que te ha pasado en la vida, o lo más perturbador del mundo. Hay momentos en los que las discusiones están a la orden del día y los planetas se alinean para que todo lo que diga el otro te siente como tres patadas en el estómago.
Si tu relación es una pelea tras otra deberías plantearte si realmente es la persona con la que quieres convivir el resto de tu vida. Los cambios son difíciles, pero si son para mejor tan solo te queda coger impulso y saltar. Nadie se muere por nadie y menos por una pareja.
Tienes que tener claro que el amor idílico de cuento de hadas en el que todo es bonito NO EXISTE y si existiese sería lo más aburrido del mundo entero. La convivencia genera roces y puntos de vista distintos o enfrentados. Cada persona es un mundo y como tal tiene su epicentro, que no es ni será el mismo que el tuyo.
Recuerda que a tu pareja la encontraste en la calle y que no siempre es bueno recoger la basura que dejan otros. Si por el contrario, es tan solo una mala racha que estáis pasando por problemas económicos, laborales o familiares y piensas que realmente merece la pena luchar por lo vuestro, te diré algunos consejos para que la bandera blanca aparezca por fin en tu hogar.
Tu pareja no tiene la culpa de todos los males del mundo
Hay momentos en la vida en los que se suele atacar a quien tienes más cerca. Esto es aplicable a la pareja, padres, hermanos y amigos. Realmente, si te paras a pensar es lo más injusto del mundo. El estrés, el dinero y el exceso de trabajo o de responsabilidades hace que nuestro raciocinio muchas veces se vea comprometido.
Sé sincero contigo mismo por un instante, párate a pensar en las últimas discusiones que habéis tenido y analiza cuántas eran importantes. El tiempo se pierde, los momentos pasan y llevarte noches o días sin hablar con la persona que quieres por una estupidez es lo más tonto que puedes hacer en tu vida para colaborar con esa pérdida.
Ni tu pareja es “El Mago de Oz” ni tú debes estar todo el día rodeado por un muro por si te llueve alguna piedra. Cuando vayas a explotar, intenta detenerte, contar hasta diez y pensar si merece la pena.
Hay palabras que matan
Las palabras pueden hacer más daño que los golpes en la pareja. Cuando se está enfadado se tiende a magnificar todos los sentimientos y las consecuencias no pueden traer nada bueno. Imagina que eres una olla exprés que tiene el pitorro obstruido. Cuando vas añadiendo calor y temperatura y el aire no puede escapar por ningún sitio, por muy duro que sea el metal con el que esté hecha, tarde o temprano terminará explotando. Pues a las personas les sucede lo mismo.
Cuando se lleva mucho tiempo en pareja conoces a la perfección a la otra persona, los puntos fuertes y los débiles también. Sabes dónde puedes hacer más daño y qué tienes que decir para conseguirlo. En esta situación, también te pido que te detengas un segundo y pienses si te gustaría estar en el lado contrario cuando termines de hablar o de gritar.
Una vez que se hacen o se dicen las cosas ya no hay marcha atrás. Cuando tiras un plato al suelo y lo rompes puedes intentar pegar los trozos; sin embargo, las rajitas de dónde estuvo roto siempre se verán. En el amor pasa algo parecido. Cada pelea y cada discusión va añadiendo pequeñas muecas de dolor al corazón de tu pareja y la mayoría de las veces, por muchos parches que les pongan, las suturas se continuarán viendo.
No estés en modo rumiante
No eres la “Niña del Exorcista”, deja de darle vueltas a la cabeza. Después de una discusión existen dos tipos de personas en la pareja. Las que cuando se acaba, se acaba y a otra cosa, mariposa; o las que siguen murmurando por bajini y a los cinco minutos vuelven a saltar con lo mismo.
Es cansado tener que estar todo el día discutiendo, no es ni mentalmente sano. Si ya se quedó todo zanjado o si están los rescoldos de las llamas aún calientes, no sigas erre que erre. A veces, en la pareja, hay uno que es excesivamente pesado con el otro y tan solo consigues estresarlo y agobiarlo, y esto es más cosa de mujeres que de hombres.
Deja de meter el dedo en la llaga y cambia de pensamiento. Haz otra cosa, cambia de tema, date una ducha o mejor aún,¡DAOS UNA DUCHA! El sexo es la mejor forma de reconciliación posible. Cuando vayas a volver a saltar con el mismo tema cambia las palabras que vayan a salir de tu boca y en su lugar di: “Vamos a la ducha”. La cara de tu pareja no tendrá precio y seguro que, aunque no tengáis relaciones, la sonrisa ya se la has sacado.
Pide perdón a tu pareja
Por dentro hay mil veces que estás deseando acercarte a tu pareja y pedirle perdón o darle un beso, pero el ORGULLO es algo horrible. En la pareja nunca se quiere dar el brazo a torcer y tienes que tener claro que no siempre se puede ganar.
Cuando te suceda algo intenta hablarlo. Ya te habrán dicho muchas veces que la comunicación y la comprensión son la base y los pilares de una pareja, pero es que REALMENTE LO SON. Si no existe comunicación, la otra persona no sabe qué te pasa hasta que el vaso se te rebosa y saltas por los “Cerros de Úbeda”.
En la vida, la humildad es más valiosa que todo el oro del mundo. Si las personas fuesen más humildes y autocríticas en vez de ver la paja en el ojo ajeno verían la viga en el suyo propio. Pedir perdón es más valiente que continuar enfadado.
Si la otra persona merece tu esfuerzo, tu tiempo y tu dedicación, tan solo tienes que pararte antes de discutir, pero OJO no pelear no significa no DIALOGAR, no lo olvides.