El próximo 1 de noviembre arranca, al menos oficialmente, la temporada de caza al autónomo. A lo largo de los siguientes días desfilarán por los cientos de monterías, es decir mítines, que se celebren en cada rincón los distintos políticos exhibiendo de forma orgullosa el instrumental para desangrar al colectivo. Se trata de más de 3 millones de recentales que han crecido y engordado lo suficiente en la bonanza económica del país como para ser sacrificados. Pero no será en balde, sino en pos de un bien mayor: el bienestar del Estado, otros lo llaman Estado del Bienestar, y de los políticos que ya andan prestos para llenar las urnas con sus votos.
La verdad es que ser autónomo en España es complicado. Más allá de la factura elevada, en comparación con otros países, es una sensación de bullying. Nadie se acuerda de ellos, salvo para pasar el cepillo. Paguen, circulen y al año que viene otro hachazo. Su principal problema es que los políticos han aprendido algo de matemáticas. En primer lugar, que los ingresos que obtiene el Estado son menores a los gastos (que se quieren aumentar) en los que incurre, por lo que para cuadrar cuentas (que no es algo que quieran ellos, sino que les obligan desde Bruselas) alguien tiene que llevarse la peor parte. Nuestros dirigentes ponen en práctica sus nuevos, refinados y precisos conocimientos para encontrar esos pobres desgraciados a los que sangrar.
Y como la democracia es una cosa de mayorías, sacan a relucir sus manos ocultas entre unos gemelos de oro y el puño de una camisa de seda para contar con sus deditos. Así, entienden que 16 millones de asalariados, casi todos ellos votantes, es un número muy alto porque se han tenido que quitar sus zapatos caros en su recuento. También comprenden que 10 millones, en este caso de pensionistas, es una cifra importante porque han usado las dos pezuñas delanteras.
Con ello, a través de su complejo sistema de conteo con los dedos, el político de turno comprende que a ambos grupos hay que tenerlos contentos: «Que no falte de nada». Para los primeros, una subida importante de sueldo a través de incrementar el SMI que superará los 1.150 euros al mes, esto es que en pocos años el salario mínimo habrá subido más que en los 20 años anteriores. Para los segundos, subidas importantes e incluso si el IPC sube algo más de los esperado tendrán una paga extra. Quizás, algún asesor todavía más despierto ha explicado que el sistema está en quiebra y que así solo se pone más en peligro las futuras pensiones, al capitalizar el desfase mediante deuda, pero nuestro galante dirigente se ha atascado en algunos de los dedos de su mano con tantos millones, de votos y de euros, que está recontando que apenas presta atención.
LOS AUTÓNOMOS SON POCOS VOTOS
Pero España no se acaba ahí. Llegan los siguientes grupos importantes. El número de parados, personas que no trabajan, asciende a 3,2 millones, según los datos de la última EPA. A nuestro político le parece una cifra pequeñita, puesto que le sobran hasta dos dedos y una mano a la hora de contarlo. Pero el dirigente es una persona sensible, él no conoce a nadie en esa situación (probablemente porque ya les ha enchufado a todos), pero le aseguran que se pasa muy mal. Por lo que se decide a ayudarlos, pero sin excederse que no son muchos votos, por lo que establece unos cuantos millones para políticas activas de empleo y programas para parados de larga duración. Así se siente satisfecho, dado que más por tan pocos votos no se puede hacer.
Con nuestro dirigente tirado en su más caro que confortable sillón, le mencionan el último grupo: los autónomos. Con 3,1 millones de personas en dicha situación se trata del grueso con menos votantes. Además, se le explica al político que al contrario que los anteriores, estos no dan pena, sino que se forran, ocultan ingresos y, lo peor de todo (algo que no puede consentir) pagan muy pocos impuestos. Por lo que nuestro político, arruga dos de los tres dedos que tenía estirados para contabilizar su número y apuntando a sus asesores les grita entusiasmado: «A estos, a estos, tenemos que ir a por estos«.
AUTÓNOMO QUE VUELA, A LA CAZUELA
Una vez identificado el objetivo, se debe disponer del material apropiado. Por suerte, el rifle del calibre 3006 está preparado y cargado para abatir autónomos de cara a los siguientes cuatro años. En concreto, el partido, el PSOE, que lidera las encuestas (cuidado con alguna, de algún centro público, que le da la victoria a los socialistas hasta en Marte, de ahí, quizás, lo del planeta rojo) para gobernar ya le tiene cargado: «Apoyo a los autónomos: fomentaremos el diálogo social con las organizaciones representativas del trabajo autónomo, impulsando la gradual equiparación de los derechos de este colectivo con los de los trabajadores por cuenta ajena, estableciendo una cotización acorde con sus ingresos reales«.
Lo anterior, se trata de obligar a aquellos autónomos que cotizan por la base mínima a que lo hagan por una superior. Vamos, cobrarles más. En la actualidad, los autónomos cuentan con cierta libertad para escoger su base de cotización que fluctúa entre los 944,4 euros y los 4.070 euros. Pero, ¿qué ocurrirá tras la aprobación de la medida del PSOE? Pues que para un trabajador por cuenta propia que ingrese unos 24.000 euros, cercano al salario medio en España, pasará a pagar de 285 euros a 600 euros. En resumidas cuentas, que muchos van a ver como sus pagos a la Seguridad Social se van a multiplicar por tres.
En total, uno de cada tres autónomos, sino son más, se van a ver perjudicados por la medida. Un hachazo que obviamente no servirá para tapar los agujeros. También ocurre con los llamados ricos a los que se les quiere subir los impuestos con dureza. Una actuación que viene respaldada porque éstos últimos han cometido dos delitos: el primero, ser un número reducido de votos, como les pasa a los autónomos. Por otro, ingresar, de manera injusta para los ojos de muchos, más dinero que el resto. En definitiva, en pocos días se vuelve a abrir la veda para desangrar a los trabajadores por cuenta propia. Una cacería con ya muchos años de tradición y que va a coger especial virulencia en los próximos años.