La Transición Energética hacia un nuevo modelo dominado por fuentes renovables terminará por suprimir definitivamente el carbón del mix energético. El Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias (SOMA FITAG UGT) se prepara desde hace años para este escenario. El SOMA ha intensificado, desde el año 2015, la búsqueda de actividades alternativas al carbón vinculadas al territorio. Su última propuesta plantea utilizar el espacio que deja la explotación del carbón en las minas asturianas en desuso como almacenes de datos digitales o Data Center. El carbón podría dejar paso a otros usos que evitarían echar el cierre a las minas. La tecnología de los Data Center podría sustituir al ‘oro negro’ de la industrialización creando una ‘nube’ de datos subterránea pero, ¿es sólo una cuestión de espacio y almacenamiento?
La última propuesta del sindicato, presentada en una jornada en el Cluster TIC de Asturias, a finales de septiembre, está en una fase incipiente. Justo en estos días el SOMA tiene previsto presentarlo en la Consejería de Industria del Gobierno del Principado de Asturias, y más adelante en el Ministerio para Transición Ecológica, así como en otras entidades como la Cámara de Comercio. Además propone involucrar a otros actores locales en la iniciativa, como el Centro Tecnológico de Información y Comunicación (CTIC) de Gijón. Y todo porque el objetivo ahora es analizar la demanda de estos espacios de almacenamiento y la viabilidad de este tipo de proyectos en la zona, habida cuenta de que “Asturias dispone de 4.000 km de galería”, ha recordado el secretario general de SOMA, José Luis Alperi, que entiende que habrá que identificar aquellas zonas donde la propuesta sea factible.
Alperi es consciente de que hay “puntos a favor y en contra” de la iniciativa, “en la que habrá que abordar cuestiones desde el punto de vista geológico, energético y técnico”. Por eso insiste en la necesidad de “buscar el apoyo público-privado que ayude a identificar la viabilidad” de esta propuesta que, desde el principio, nace con el interés de “evolucionar con nuevas alternativas empresariales para dar uso a ese patrimonio industrial, con proyectos vinculados al territorio”. Aunque con cautela, a falta de informes técnicos específicos, Alperi plantea la llegada de esta iniciativa tecnológica a la zona, como una oportunidad para la instalación de fuentes de energía renovable, así como de creación de empleo –directo e indirecto- en las diferentes fases de construcción, desarrollo y mantenimiento del proyecto.
INSPIRADA EN UNA EXPERIENCIA NORUEGA
Alperi reconoce que la propuesta del SOMA se inspira en otra mina reconvertida en centro de almacenamiento de datos, de características muy específicas, en Noruega. El Lefdal Mine Datacenter (LMD), desarrollado en colaboración entre Rittal, IBM Noruega y el Gobierno del país representa el centro de almacenamiento más eficiente, seguro, flexible y ‘verde’ de Europa.
La mina, que hasta el 2006 se utilizaba para extraer minerales, hoy supone el mayor logro de la tecnología aplicada a un centro de datos. Opera exclusivamente con energía renovable y se refrigera con la ayuda del agua de los fiordos noruegos, con lo cual se reduce al mínimo el consumo de energía para enfriar los equipos, uno de los mayores gastos energéticos que registran los Data Center.
Cuenta con 120.000 metros cuadrados de superficie y 200 MW de capacidad IT. Gracias al diseño de este centro de datos y a su tecnología modular, los clientes pueden crecer en función de las necesidades de su negocio.
DATA CENTER: UN ESPACIO CRÍTICO
No hay nada más crítico que un Centro de Procesamiento de Datos (CPD), y no como soporte físico, sino por la información que atesora. Empresas grandes y pequeñas, administraciones de todo ámbito, entidades públicas y privadas, nacionales e internacionales, particulares… El mundo entero gestiona todas sus relaciones sociales, empresariales, económicas y políticas a través de la tecnología. El dinero físico se desvanece dejando paso a las operaciones digitales. Toda la información queda registrada en ‘la nube’, que toca suelo en estos almacenes de datos. En un planeta digitalizado, la información más que nunca es poder, y esas cantidades ingentes de información y poder, en su versión física, no pueden perderse y requieren unas condiciones de conservación y mantenimiento dignas de película.
Precisamente por tratarse de un bien tan valioso las instalaciones que albergan los Data Center suelen cumplir unas especificaciones técnicas demasiado exigentes. Almacenar información es una tarea delicada, en la gestión y acopio, tanto virtual como física de los datos. Precisamente por eso, un CPD nunca puede quedarse sin suministro energético. Nunca.
Para describir los actuales Data Center, expertos consultados por MERCA2 hablan de espacios resilientes de grandes dimensiones, ubicados en zonas llanas, catalogadas como no inundables, no expuestas a riesgo sísmico, ni de incendios, ni de derrumbe, y con un suministro energético seguro e ininterrumpido garantizado.
Las mismas fuentes se refieren a estos Data Center como algunos de los lugares más seguros del mundo. Cuando hablamos de un centro de datos, en realidad no hablamos de uno, sino de dos, porque cada CPD tiene una réplica exacta en otro lugar alejado del primero, pero conectados de forma síncrona remota mediante fibra óptica. Eso sin contar la copia de seguridad interna de cada CPD, es decir, que cada Data Center guarda una copia dentro y otra fuera de todos sus datos.
En realidad, los expertos explican a MERCA2 que parte de la férrea seguridad de los CPD reside en que todo el despliegue eléctrico y tecnológico se duplica: doble acceso de entrada a la instalación, dos compañías suministradoras de electricidad, dos acometidas eléctricas, grupos electrógenos propios por duplicado, dos compañías proveedoras de fibra óptica y, como se mencionaba con anterioridad, un centro y su espejo en otra ubicación.
La demanda energética de estos almacenes de datos es elevadísima, y no sólo por la alimentación eléctrica requerida por los servidores, sino también por las condiciones de climatización que exigen estos equipos que, como fuentes emisoras de calor, necesitan un entorno a temperatura constante y, por tanto, mecanismos de refrigeración y disipación de calor.
Estos son algunos de los retos a los que se enfrentan las minas, otrora testigos directos de la primera Revolución Industrial, y que se postulan ahora para guardar la memoria digital de la Revolución Tecnológica, ¿lo conseguirán?