El movimiento #metoo ha tenido una gran repercusión mundial, llegando al punto de desaparecer las azafatas con poca ropa de los eventos deportivos. Cuando a principios de octubre del año 2017 comenzaron a llegar los primeros titulares sobre Harvey Weinstein, el magnate de Hollywood acusado de haber acosado sexualmente a cientos de mujeres, la revolución empezó.
Medios de la talla de The New York Times y The New Yorker, se hicieron eco del cúmulo de acusaciones de acoso sexual cometidos durante décadas, y cuya forma de resolverse fue a golpe de talonario. Sí, el poder y el dinero se unían para silenciar a las víctimas. Hasta ahora. Pero, hay que tener en cuenta que, este movimiento ha prendido como una mecha para marcar un antes y un después en la historia. El movimiento #metoo ha llegado para quedarse.
¿Cuándo empezó el movimiento #metoo en España?
Curiosamente, en nuestro país este movimiento comenzó a cobrar fuerza un año antes que en Estados Unidos. No, no habíamos llamado #metoo a esta corriente, pero sí que había comenzado a crecer una gigantesca ola feminista que tenía el mismo objetivo: rechazar al patriarcado en todas sus manifestaciones, siendo la violencia hacia las mujeres su mayor exponente.
Ya en 2015 se llevó a cabo una manifestación promovida por el movimiento 7N. ¿El objetivo? Dar visibilidad a la lucha contra la violencia machista. Y, si se tiene en cuenta que 337 organizaciones feministas de toda España se unieron para gritar en contra de estas actitudes, queda claro que este fenómeno social estaba en plena ebullición.
Fue la manifestación más numerosa de la historia del feminismo. Además de destacar por la gran presencia de jóvenes que se incorporaron a las filas de las mujeres que luchaban por esa desigualdad, por ese machismo instaurado que a veces parece un «vale todo». Pero las cosas no son así. El movimiento #metoo ha llegado para quedarse.
Como muestra, podemos ver el sinfín de actos realizados por la geografía española. ¿El resultado? En 2016 se consiguió que todos los grupos parlamentarios aprobasen un pacto de Estado contra la violencia de género, aunque a día de hoy, debido a la inestabilidad política que sufre el país, no se ha podido desarrollar de forma íntegra.
La manada, uno de los artífices del movimiento en España
Sin duda, el polémico caso de La Manada fue una de las mayores mechas para que nuestro particular #metoo se pusiera en marcha. Varios hombres aprovecharon las fiestas de San Fermín para «agredir sexualmente» (recordemos que la sentencia no condena por violación) a una joven. Y España se puso en pie.
Desde ese momento, cualquier caso judicial de mujeres que tuviera que ver con el movimiento ha sido seguido por la opinión pública de forma diaria, consiguiendo que se pongan de manifiesto los más que flagrantes vacíos y errores de la justicia española en términos de protección a las víctimas, falta de credibilidad en su testimonio, falta de formación en género por parte de los jueces…
El último caso ha sido el del aclamado cantante Plácido Domingo, que ha sido acusado por más de 20 compañeras de haber abusado sexualmente de ellas. ¿El resultado? Se le están cerrando todas las puertas, haciendo que su meteórica carrera quede irremediablemente manchada por la lacra del machismo.
¿Cómo está el movimiento #metoo en España actualmente?
Por suerte, con un estado de salud inmejorable. Las mujeres están cada vez más concienciadas sobre los límites que tienen que soportar. No, aunque tu jefe sea quién es, no le da derecho a tocarte o soltarte verdaderas barbaridades. Además, el Pacto de Estado garantiza un presupuesto de 200 millones para mejorar esta situación.
Y no nos podemos olvidar de los cursos a los que se están sometiendo los magistrados para poder actuar de la mejor forma posible ante cualquier situación de acoso o abuso sexual. ¿El resultado? Queda mucho camino por recorrer, pero el movimiento #metoo ha llegado para quedarse.