La nueva serie de Netflix se ha convertido en el fenómeno inesperado de este mes de septiembre gracias a una propuesta de terror francés con la que te va a costar conciliar el sueño por la noche. Levantarte en mitad de la noche para ir al lavabo te va a costar un poco más que antes, eso seguro.
Dirigida por Samuel Bodin, la serie cuenta la historia de una joven escritora que ha de enfrentarse a sus fantasmas, los de sus recuerdos familiares y también los que de repente están empezando a cobrar vida desde sus novelas de ficción. Los personajes que la hicieron famosa sobre el papel, especialmente Marianne, ahora se le aparecen en carne y hueso para atormentarla, y conseguir que siga escribiendo sus historias, que ella ya había dado por finalizadas.
En cierto modo, para que no les abandone. Una mezcla de realidad y fantasía con explicaciones fantasmales que confirma el interés del público por esos proyectos que nos hacen pegar algún que otro salto desde la butaca (o, en este caso, el sofá).
PORQUE NOS GUSTA PASAR MIEDO
Vaya que si nos gusta. El éxito de ‘La maldición de Hill House’ (que tendrá una segunda temporada) marcó una línea que Netflix está dispuesta a explotar al máximo. No les culpamos. Ver una historia de terror no es algo que haces solo para matar el tiempo, sino que puede convertirse en todo un evento con amigos o con tu pareja. Es como adentrarse en un tren de la bruja preparados para vivir una experiencia, para pasar miedo y no simplemente estar sentado comiendo palomitas y viendo la historia pasar ante tus ojos.
Hay una intensidad compartida en el terror que nos invita a experimentarlo con más compromiso, y ‘Marianne’ es perfecta para ello. Donde en la serie de Mike Flanagan convivían otros elementos que aportaban capas y complejidad a toda la historia (el peso de la herencia, la melancolía, las enfermedades mentales, etc.), esta aportación francesa al género vive en el susto sin complejos. Es decir, que no aspira a ser demasiado profunda en sus temáticas, sino a disfrutar con orgullo del arte de pasar miedo. Y nos encanta.
POR EL HOMENAJE AL GÉNERO
En ‘Marianne’ no solo se pasa miedo, sino que también se huele mucho cine. Se aprecia cierta influencia del nuevo extremismo francés sin llegar a ser tan radical en su representación de la violencia, pero también de los mecanismos de puesta en escena de autores como Hideo Nakata (‘The Ring’) y referencias al cine de Wes Craven (cuando Camille coge el teléfono al estilo del inicio de ‘Scream’), Stanley Kubrick (los planos aéreos que persiguen un coche hacia un lugar alejado del mundo, como en ‘El Resplandor’) o M. Night Shyamalan (ancianos desnudos comportándose de forma extraña, como en ‘La Visita’).
Son detalles e imágenes que nos llevan a otros lugares de nuestra memoria cinéfila sin llegar a ser una regurgitación de conceptos como en ‘Stranger Things’. Por supuesto, también puede encontrarse a Stephen King en esa figura de la escritora protagonista atormentada por sus propias historias y los seguidores fanáticos que la obligan a seguir escribiendo (casi como en ‘Misery’). Además, no se nos escapan todos los lugares comunes que transita la serie en esta primera temporada, y que hemos visto en tantas películas de terror: un pueblo pequeño, un faro, exorcismos, dibujos satánicos, brujas, pomos que giran en mitad de la noche…
POR LA SEÑORA
Madre mía, la señora. La actriz Mireille Herbstmeyer interpreta al personaje más inquietante de toda la serie. Tanto es así que ni siquiera sabemos (al menos, al principio) si es una persona real o un personaje fantasmal que ha nacido de entre las páginas de la ficción para atormentar a su creadora. Sea como sea, está claro que es un bruja muy dada a arrancarse dientes para colocarlos entre trozos de piel arrancada y crear una especie de hechizos que hacen a sus presas más vulnerables a su magia negra.
También muy dada a aparecer cuando menos se la espera, ya sea en los rincones oscuros de casa o en un agujero en el suelo, y sonreír como si las comisuras de sus labios se le fuesen a salir del sitio. Todo en ella es absolutamente terrorífico, y poco a poco (sin spoilers) iremos descubriendo qué esconde, y por qué es la personificación del personaje literario de Marianne.
POR SU LECTURA HUMANA
‘Marianne’ es una serie para disfrutar del terror en su estado más puro e inquietante, pero eso no quiere decir que su historia no se preste a lecturas bastante interesantes. Cuando la protagonista se enfrenta a los fantasmas que la atormentan, también se está enfrentando a los recuerdos, los rencores, la culpa o el arrepentimiento que siente por ciertos episodios de su pasado, y su presente. Plantarle cara a los fantasmas (hasta con un crucifijo en mano) es una manera de afrontar un pasado que ha estado evitando a través de una actitud cínica frente a la vida y altas dosis de alcohol.
Si Emma vuelve a su pueblo natal no es solo para darnos una historia repleta de sustos, sino también para que el personaje encuentre la paz consigo misma. Las historias que ha plasmado en sus libros son un reflejo de unas heridas que necesitaban ser cerradas. Y, en cierto modo, la serie es una representación en clave de terror sobre lo que ocurre cuando nos persiguen los monstruos que nosotros mismos hemos creado. Monstruos que en pantalla son literalmente fantasmas perturbadores, pero que, en realidad, son sentimientos que la mujer ha sido incapaz de procesar.
POR LOS FANTASMAS ESCONDIDOS
Como bonus en esta lista, una pregunta: ¿os habíais fijado en que a veces aparecen fantasmas casi imperceptibles entre las imágenes de ‘Marianne? Como las palabras que Jean-Marc Vallée iba dejando en ‘Heridas abiertas’.
La cuenta de Twitter de Horror Losers (donde se han declarado fans absolutos del show de Netflix) ha encontrado algunos que quitan el hipo, y que nos reafirman en la idea de que la serie tiene mucho que darnos si estamos dispuestos a armarnos de valor y darle una oportunidad