Las grandes compañías han tomado plena conciencia sobre la situación medioambiental. Sobre todo las que, por su actividad, hacen un uso intensivo de la energía. Es el caso de las grandes hoteleras, que son incapaces de reducir su consumo energético a la hora de hacer crecer su negocio con el impacto final que eso supone.
Tomando como referencia a la primera cadena española, Meliá, el pasado ejercicio 2018 vivió una paradoja con respecto al consumo eléctrico. Según consta en su memoria anual, el consumo por estancia se redujo un 14% en los últimos seis años con respecto al mismo espacio de tiempo anterior. Se trataría de una gran noticia si no fuera porque el consumo energético en su conjunto, así como su propia factura eléctrica, ha aumentado en los los últimos años.
En concreto, según el informe, tanto la contratación de energía no renovable como renovable ha aumentado desde el año 2015. Así, la factura que paga Meliá ha ascendido desde los 59 M€ de ese año a los 64M€ de 2018. Además, la previsión de la cadena dirigida por Gabriel Escarrer es que la cifra seguirá creciendo los próximos años. Algo lógico porque en los planes de la compañía hay previsión de aumentar el número de hoteles y habitaciones disponibles los próximamente.
Otro indicador medioambiental que se ve impactado por el crecimiento es la generación de residuos. En este caso, Meliá generó en 2015 un total de 30.090 toneladas de residuos, mientras que en 2018 esa cifra se elevó hasta las 34.408 toneladas. En este caso, incluso, el kg/estancia también ha subido y se sitúa como cifra más alta de los últimos cuatro años con 1,54 kg de residuo por estancia.
Ante esta situación, Meliá ha decidido pisar el acelerador con otro problema: el plástico. La cadena hotelera ha “lanzado un ambicioso proyecto destinado a la eliminación del plástico de un solo uso en nuestros hoteles. Esta iniciativa conlleva la eliminación de botellas, vasos y posavasos, bolsas para uso en habitaciones, pajitas de plástico, y su sustitución por productos alternativos biodegradables y ecológicos”. En paralelo, señalan desde la compañía, han acercado este compromiso a los clientes, «reforzando la comunicación con mensajes claros de concienciación para incentivar que se unan a al hotel y se conviertan a su vez en embajadores de un compromiso compartido en la lucha contra el cambio climático”.
UN PROBLEMA EN CONJUNTO
Otra de las grandes cadenas españolas, NH Hotels, también ha tenido un ascenso global de su consumo energético. Ha pasado de los 546.000 MWh de 2017 a 563.000 MWh según los datos de su memoria corporativa de 2018. Además, el ratio de energía por consumo se ha mantenido sin apenas rebaja en los últimos años. Cuestión que evidencia para todas las compañías que la eficiencia parece haber llegado a un punto máximo en estos momentos.
Por este motivo, como es el caso de NH Hotels, llega el turno de la inversión. Con un gasto de 6,9 M€, la cadena pretende intensificar su plan de “eficiencia energética”, considerando todos aquellos que pueden mejorar el consumo de energía en el hotel, además de los costes auxiliares relacionados con ellos. Para ello realizarán cambios de equipos, cuyo reemplazo supone una eficiencia mayor: bombas, minibares, trenes de lavado, climatizadores, calderas, enfriadoras… Además de inversiones relacionadas con el control de las instalaciones: sistemas de gestión energética de edificios, actualización de contadores, mejoras en la iluminación… Y, por último, actuaciones en las fachadas de los inmuebles que suponen mejoras de la envolvente y en el aislamiento.
Aunque la compañía dirigida por Ramón Aragonés tiene otro frente complicado: el consumo de agua. Aquí, la propia hotelera afronta con pesimismo el aumento de un 5% del consumo con respecto al año 2013, fecha desde la que no han conseguido reducir lo que gastan.
La situación de Meliá es similar, puesto que apenas han reducido su consumo total de agua en los últimos cuatro años y la previsión para este ejercicio es aumentar con respecto a 2018.
Por lo que respecta al Grupo Barceló, este año ha sido la primera vez que ha desglosado a fondo todos los aspectos energéticos de la cadena. Así, no existen magnitudes para comparar con respecto a otros ejercicios. No obstante, en su informe integrado de 2018 detallas que, efectivamente, la preocupación medioambiental y de consumo existe y, por lo tanto, van a llevar a cabo una serie de medidas.
Entre ellas destaca la sustitución de prácticamente todas las bombillas de incandescencia y halógenos de los hoteles por iluminación LED. Implantación en aproximadamente un 85% de los hoteles de la Compañía (con una inversión estimada de más de 2,3 M€).
También desarrollará la instalación de sensores de movimiento de activación de luz, temporizadores y medidas de automatización para el encendido de la luz y el aire acondicionado, tanto en habitaciones como en zonas comunes. Asimismo llevará a cabo una sustitución de combustibles como el diésel o propano por gas natural. Por otro parte, pretender realizar una optimización de torres de refrigeración y sistemas de climatización o instalación de equipos de climatización más eficientes (inversión estimada de más de 5 M€).
POSIBLES OPCIONES PARA REDUCIR EL CONSUMO
De cara al futuro, y como medidas genéricas, desde Primagas, empresa suministradora de energía y filial española del holding SHV Energy, recomiendan las siguientes acciones para optimizar el consumo de energía en un hotel:
–Conciencia interna y externa: Se debe transmitir explícitamente tanto a los trabajadores de la empresa como a los huéspedes, la voluntad del hotel de fomentar hábitos que contribuyan al ahorro energético.
–Optimizar recursos: Para ahorrar energía no se trata sólo de hacer grandes cambios en infraestructuras o en los sistemas de canalización, sino de aprovechar lo que tiene el hotel. Por ejemplo, es preferible reservar a los clientes habitaciones contiguas para compartir los recursos de calefacción o refrigeración, así como intentar que las habitaciones en plantas superiores o en las esquinas sean las últimas en ser reservadas, pues requieren un consumo de energía mayor que el resto.
–Instalar equipos de bajo consumo: Si el hotel trabaja con equipamientos y electrodomésticos de gran consumo energético deberían valorar la posibilidad de renovarlos por aquellos que poseen la etiqueta energética de color verde. Si bien tienen un precio más elevado, su consumo es mucho menor y a largo plazo la inversión será rentable.
–Monitorización de consumos: Los sistemas de control inteligente como la domótica, la inteligencia artificial y el internet de las cosas debe contribuir a minimizar el consumo energético.
–Asilamiento eficiente: El edificio debe estar diseñado de tal forma que promueva el ahorro de energía. Si no dispone de estos sistemas es necesario realizar un mantenimiento periódico o reformarlos. Muros, ventanas, filtraciones, grietas y sistemas de ventilación pueden contribuir notablemente al ahorro energético.