Si Jaime Peñafiel siempre se sintió con autopista libre de peaje cuando la periodista Letizia Ortiz Rocasolano se convirtió en princesa de Asturias, no menos iba a envainar la artillería pesada ahora que es reina ‘consorte’ (le encanta puntualizarlo) de España.
A pesar de que la propia Letizia y el rey de España, Felipe VI, le han manifestado personalmente su desaprobación y su rechazo en relación a los hirientes artículos de opinión que el veterano periodista vierte contra la jefa (consorte, insistimos) del Estado, él sigue en sus trece, ejerciendo, dicho sea de paso, su libre derecho a la libertad de expresión.
6¿Debe una Reina tener pasado?
«De lo que no existe la menor duda es de que la biografía de Letizia no comienza el 1 de noviembre de 2003, cuando la Casa del Rey anuncia oficialmente el compromiso matrimonial de su hijo Felipe con una joven desconocida, periodista ella (hay profesiones peores) llamada Letizia Ortiz Rocasolano. Aunque hacía dos meses que había cumplido los 30 años, era como si naciera ese día. Como si no hubiera existido su vida mexicana, ni su boda anterior con Alonso Guerrero, ni su noviazgo con David Tejera. Resumiendo: como si no tuviera pasado. Algo así como la biografía de Jesucristo, ¡Oh casualidad! también a partir de los… 30 años.
Aunque el abuelo paterno de Felipe, el conde de Barcelona, decía que «una reina no puede tener pasado», Letizia lo tiene apasionado y apasionante. Lord Byron decía que el mejor profeta del futuro es el pasado. Y el único elemento que puede sustituir la dependencia del pasado es la dependencia del futuro. Ni arrepentirse de ese pasado, ni aburrirse del presente ni temer el futuro, esa es la vida de mi inefable Letizia. Dejemos que el pasado sea pasado». Pero, entonces, Peñafiel, ¿por qué insistes en refrescar la memoria de todos siempre que encuentras la rendija por la que escapar?