Tarde, muy tarde llega el Banco de España a su análisis sobre el problema real que existe en el acceso de la vivienda. En su último boletín económico sobre la ‘Evolución reciente del mercado del alquiler de vivienda en España», elaborado por David López-Rodríguez y María de los Llanos Matea, el organismo apunta cómo «la dificultad de los colectivos con menor renta para incrementar sus ingresos por la aún elevada incidencia del desempleo, la escasa duración de los nuevos contratos laborales o la mayor relevancia de la jornada reducida habrían aumentado la demanda de alquiler residencial, especialmente entre los hogares jóvenes».
Un aumento de la demanda que ha significado un crecimiento de los precios que no se corresponde al nivel salarios de los españoles. ¡Aleluya! El BdE se ha hecho eco de lo que el sector inmobiliario y algunos periodistas han denunciado durante hace ya varios meses. Este argumento no exime de culpa a las promotoras, socimis, gestoras etc etc. Pero si pone de manifiesto que el verdadero problema no es cuánto han subido los precios -sobre todo del alquiler-, sino cuánto han descendido el dinero que perciben los españoles en sus respectivas nóminas.
Sí, Bde, aunque ustedes lleguen tarde, la realidad es que muchos ciudadanos -sobre todos los jóvenes sin ninguna capacidad de ahorro- optan por alquilar una vivienda porque no se pueden permitir comprar una. Es una situación que han denunciado una y otra vez los distintos informes inmobiliarios elaborados por tasadoras, consultoras y por los portales de pisos de internet.
Según un estudio de pisos.com, el 50% de los millennials vive de alquiler, mientras que el 30% está hipotecado y un 20% no paga nada por su vivienda, fundamentalmente porque viven con sus padres y aún no se han emancipado. De entre aquellos que han optado por el arrendamiento, seis de cada diez reconocen que es lo único que se pueden permitir. Es decir, un 60% de ellos ve imposible adquirir en propiedad una casa.
Ahora, el regulador financiero se ha dado cuenta de que las quejas de los jóvenes estaban justificadas y así lo ha justificado en este último informe publicado por el Banco de España. En este sentido, la entidad reconoce que existen determinantes económicos y demográficos que «habrían contribuido al auge de la demanda de alquiler residencial y a su traslación a un aumento significativo de los precios en este mercado». Traducido al cristiano: el BdE plasma en una frase la realidad que viven ciudades como Madrid y Barcelona, que son los puntos de la península donde existe una mayor concentración de población y trabajo -la gran mayoría precario-.
Además, el Banco de España resalta que el tipo de persona que vive de alquiler es un ciudadanos en desempleo o con un trabajo temporal. Un situación que en su opinión «ilustra la relevancia central de las condiciones del mercado de trabajo para explicar la dinámica reciente del alquiler residencial». De nuevo, el BdE a rebufo de los informes inmobiliarios publicados con anterioridad y que muchos habían criticado por calificarlos como partidistas.
Pero las realidades del mercado reconocidas por el Bde -tarde, eso sí- no se limitan a apuntar a la precariedad laboral como la principal causa del aumento del alquiler. El regulador también reconoce que las pésimas condiciones económicas de los trabajadores españoles también influyen en la capacidad de ahorro de los mismos. Una capacidad de ahorro casi nula que anula las posibilidades de los españoles a acceder a una hipoteca.
El BdE ha redactado este problema en concreto del siguiente modo: «Se observa la dificultad de los colectivos con menor renta para incrementar sus ingresos actuales y esperados, por la aún elevada incidencia del desempleo, la escasa duración de los nuevos contratos o la mayor relevancia de la jornada reducida. La combinación de bajos ingresos laborales y de riesgo de pérdida de empleo dificultaría a un porcentaje significativo de hogares (especialmente, jóvenes) con niveles de renta y patrimonio reducidos el acceso a un préstamo para la adquisición de vivienda». Mismo argumentos utilizados por los diferentes agentes inmobiliarios en meses anteriores y que alertaban de dificultad que tienen los jóvenes de acceder a ese 30% del valor total del inmueble para poder solicitar una hipoteca.
En definitiva, es bueno que el BdE tome conciencia y plasme el verdadero problema que se encuentran los ciudadanos a la hora de acceder a una vivienda en propiedad. Problema que encuentra su origen en los salarios, pero que también ha de tener en cuenta otros factores como el demográfico para poder escudriñar conclusiones más acertadas. Porque no es lo mismo un ciudadano que pretende comprarse una casa en Madrid o en Barcelona, que otro que busca un piso en Murcia o Huesca, por ejemplo. Tal vez, dentro de unos meses el BdE vuelva a hacerse eco de los informes del sector para dar visibilizar esta situación.