La serie sobre la figura del polémico Jesús Gil y Gil ha reabierto viejos debates futbolísticos, políticos y, como no, urbanísticos. Sólo han hecho falta dos entregas -son cuatro en total- de esta grabación emitida por HBO para rememorar las grandes barrabasadas que cometió el exalcalde de Marbella en materia urbanística. Pagos en ‘b’, extorsiones y recalificaciones para hacer edificable hasta un 70% de la ciudad. Y como dice el refranero español: “De aquellos barros, estos lodos”.
Errores cometidos en el pasado se pagan todavía en el presente. Construir en España no es una tarea fácil. Los trámites burocráticos en muchas ocasiones dificultan la creación de viviendas, oficinas, hoteles… En la actualidad se mira con lupa cada papel. Nadie quiere cometer ningún error ni firmar algo que no debe. Un temor que guarda su origen en las barbaridades urbanísticas de Gil y que la época del boom inmobiliario se encargó de reforzar.
Hoy en día, recalificar un terreno y modificar el plan general urbanístico de una ciudad son tareas casi imposibles. Pero hubo un tiempo en el que estas actuaciones eran casi un juego de niños, sobre todo, si en el ayuntamiento contabas con 19 concejales de los 25 que componía el Pleno. “Voy a arrasar”, predicaba Gil antes de las elecciones. Y sí, arrasó y borró de un plumazo todo lo referente al urbanismo marbellí hasta el año 1991.
En el primer pleno del Ayuntamiento de Marbella, el también en ese momento presidente del Atlético de Madrid, reforma el plan general de urbanidad y recalifica el suelo de la ciudad para hacer edificable hasta el 70%. Una auténtica locura. Un dislate propio de un promotor cansado de que no le dejaran construir. Enfadado porque los partidos le pidieran mordidas para aprobar sus proyectos, Gil decidió tomar la Alcaldía para que ya nadie pudiera decirle que no.
El urbanismo de Marbella vive sumido en una incertidumbre jurídica que espanta a los mismos inversores extranjeros que antes se pegaban por construir en la ciudad
Y lo hizo. Recalificó, construyó sin permisos y sin licencias e hizo cuanto quiso para diseñar la ciudad que él quería. Le daban igual las multas y las indemnizaciones. Su obsesión era “ampliar, ampliar, ampliar” como afirma uno de los testimonios que recoge la serie –no ficción- de HBO. Un seísmo que levantó –de manera literal- Marbella.
Pero como dice la portavoz del PSOE en la ciudad durante esa época, Isabel García Marcos: “El fin no siempre justifica los medios, porque el fin tal vez si era bueno”. Una frase que podría haberse aplicado a ella misma, porque fue detenida y encarcelada en el ‘Caso Malaya’. Pero dejando de un lado los asuntos políticos –aunque siempre es complicado con el ladrillo de por medio-, lo importante es que el terremoto Gil todavía retumba en el urbanismo de Marbella e incluso de España.
En la actualidad, en la ciudad andaluza existe un caos urbanístico a consecuencia de las actuaciones del expresidente colchonero. “Un infiero urbano”. Así es cómo lo definen los expertos del sector. Un averno que se resume en varias cifras: 30.000 viviendas ilegales construidas en zonas verdes, bosques quemados y suelo no urbanizable; una gran población flotante (en verano se triplica el número de personas); solo tres centros de salud, colegios públicos que superan la ratio legal cada nuevo curso y atascos constantes incluso en la autovía A-7.
Todo este cóctel de datos da como resultado un desbarajuste entre la ciudad privada y la ciudad pública. La ciudad es incapaz de encontrar la paz después de los desmanes del controvertido exalcalde de la ciudad. Marbella se encuentra una y otra vez con el problema de legalizar todas las construcciones que Gil levantó saltándose el Plan General de Ordenación Urbanística del año 1986. Plan, por cierto, al que la localidad ha tenido que volver después de que el Tribunal Supremo haya anulado –con hasta un total de tres sentencias- el PGOU del 2010. Es decir, los tribunales tumban el plan que pretendía arreglar el desaguisado de Gil y obligan a Marbella a volver al plan que obvió el presidente del Atlético de Madrid. La incertidumbre jurídica –que impera en toda España- en el sector inmobiliaria tiene su epicentro aquí.
Para salir de este embrollo, el Ayuntamiento –en manos del PP– decidió convocar un concurso público para que fuera una empresa quien pudiera escrudiñar un nuevo PGOU. Así, en mayo, el consistorio anunció que será estudio sevillano Buró4 Arquitectos el encargado de esta difícil tarea, según publicaba ‘El País’ a comienzos de ese mes. La firma ha planificado el urbanismo de localidades como Utrera y Marinaleda (Sevilla) o Espejo (Córdoba).
Gil logró convertir a Marbella en una ciudad de lujo, un lugar atractivo para el extranjero y un terreno donde los empresarios se peleaban por invertir. Pero ahora la localidad andaluza vive sumida en una incertidumbre urbanística que expulsa a todos esos inversores que antes llamaban a la puerta sin cesar por las facilidades –ilegales- de un promotor venido a alcalde.
LAS ACTUACIONES DE GIL, UN MAL EJEMPLO EL RESTO
Pero el tsunami Gil no sólo se sintió en Marbella. El resto de España –o mejor dicho del sector de la construcción y promoción de viviendas- también se infectó de este virus que dio lugar al boom inmobiliario. Una época que recogió el testigo de Gil en el urbanismo y que ha supuesto una losa en este nuevo ciclo inmobiliario.
“Después de todas las fechorías cometidas es muy difícil operar en el sector” reconoce una personalidad reconocida del mundo inmobiliario a MERCA2. “En ciudades como Madrid y Barcelona falta suelo finalista para viviendas y es muy complicado con las reglas actuales recalificar terrenos”, explica otra fuente reconocida del sector.