El certificado de defunción profesional de Luis Enríquez en Vocento estaba en la imprenta. Pero ayer, en el consejo de administración extraordinario celebrado entre tambores de guerra, se pararon por sorpresa las máquinas.
El CEO respira aliviado tras verse con pie y medio fuera de la compañía. Santiago Bergareche, dimitido en diciembre como presidente, esperaba cobrarse su cabeza tras ocho años de relación laboral marcados por una ruidosa falta de feeling.
Pero la familia del Neguri se quedó sin la cotizada pieza. Algunas voces internas apuntan a que Enríquez no merecía tan tétrico final después de haber encauzado una compañía que hizo aguas durante la crisis.
Su personalismo enfadó en las plantas nobles de una compañía en la que conviven entroncadas la solera decimonónica de los Luca de Tena, incapaces de ver que el peso social de ABC no es el mismo que tenía en 1969, y ‘los vascos’, cariacontecidos por no haber sumado los diarios de Zeta a su extensa red de prensa regional.
LUIS ENRÍQUEZ, UN GESTOR SOBRESALIENTE
Vocento cerró 2018 con un estupendo beneficio neto de 10,8 millones de euros pese a la caída de la venta de ejemplares, -4,6%, y pese a la caída de ingresos publicitarios, -1,6%. El ajuste de cuentas y la diversificación de ingresos (con el gran comportamiento de Grup RSR, empresa dedicada a la organización de eventos gastronómicos), contribuyó a ello.
Luis Enríquez también trazó con fortuna otras líneas maestras: implantación de muros de pago en los regionales, reestructuración de las ruinosas productoras televisivas y apuesta por las sinergias comerciales digitales gracias a acuerdos con PRISA, Godó y Autoscout 24.
El CEO también tuvo otro acierto: desentenderse del sueño de contar con una televisión y una radio hermanas de ABC, que bastante tiene con encauzar sus números tras unos años de estabilidad de la mano de Bieito Rubido, que sobrevivió a su amigo Rajoy y ahora se contiene en enfangarse en según qué guerras mediáticas inadecuadas para Vocento.
Enríquez cerró un estupendo alquiler de emisoras con COPE para cerrar esa ruina llamada Punto Radio, prejubilación fallida de Luis del Olmo, y llegó acuerdos con dos majors para hacer rentable sus dos señales de TDT, que hasta ahora no habían dado más que disgustos (Net TV o La 10).
LAS QUINIELAS NO ACERTARON
El supuesto pacto en la cúpula de Vocento conllevaba la salida de la presidencia de Santiago Bergareche, que renunció en diciembre del pasado año. Los ‘consejeros rebeldes’ se cobraban a cambio la cabeza de Enríquez, que hace once días, según el supuesto pacto, tendría que haberse marchado.
El histórico Iñaki Arechabaleta le iba a relevar e Ignacio Ybarra, sustituto de Bergareche, iba a aceptar el golpe de timón con el apoyo de los Luca de Tena, que supuestamente habían abandonado a su CEO.
La aristocracia maña De Yarza, dueños de Henneo (que recortan en provincias e invierten de forma random en Madrid en medios como La Información o 20 Minutos), también iban a apostar por el cambio. Pero las quinielas saltaron ayer por los aires.
Cuenta El Confidencial que algunos consejeros habrían cambiado de bando por consejo del emblemático inversor Fernando García Paramés, que habría enviado un bote salvavidas a Enríquez en forma de carta a los accionistas. No parece una razón demasiado profunda para evitar la revolución. Pero está claro que Enríquez ha ganado tiempo y que Vocento sigue siendo una jaula de grillos.