Enfundado en un traje de gala y con la corbata (con los colores corporativos y rayas finas) bien ajustada, el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, comparecía ante inversores y periodistas para proclamar que en los próximos años lideraría «el mejor banco de España». Nada más, ni nada menos. A mitad del camino recorrido -el plan abarcaba entre 2018 y 2020- ha quedado demostrado que dado el triple lanzado (la solemne exclamación de lo lejos que haría llegar al banco) podría haber aparecido vestido de azul y amarillo, en tirantes y con el 30 a la espalda, aunque quizás alguien preferiría el dos de Toronto, ya que en realidad ha liderado el peor banco de España en los últimos cinco años.
Bankia ha evaporado 6,4 euros de cada 10 que valía hace cinco años, esto es que el contribuyente español, del más viejo al más joven, ha perdido un 64% de su inversión (forzada en forma de rescate) en el último lustro. Ninguna otra entidad ha perdido tanto valor en estos años, ni siquiera la caída a pique del Banco Sabadell lo iguala, y lo peor es que la situación no tiene grandes visos de mejorar. Aunque desde la entidad se defiende que «estamos cumpliendo todo lo que depende de nosotros, especialmente en lo que a crecimiento de negocio se refiere».
El Plan Estratégico de la entidad, que buscaba que el banco recuperase su valor en bolsa, tenía como eje vertebrador una más que optimista subida de tipos que ahora ya se sabe que no llegará. La razón es sencilla, Bankia es el banco más expuesto al Euríbor (con un 87% de su cartera de préstamos cuando se presentó dicha hoja de ruta) por lo que una subida de los mismos lanzaría su beneficio. En concreto, un incremento de 78 puntos básicos, los que estimaban en el plan 2018-2020) generaría cerca de 390 millones de ganancias extras, según los cálculos de su propio consejero delegado, Jordi Sevilla. Lo anterior, la caída de los tipos hasta 2020, redirige al banco a dos direcciones: buscar aliados para generar beneficios extras (esto es, una nueva fusión) o arriesgarse a seguir perdiendo valor en los próximos años.
Aunque la puerta de la fusión sigue abierta, más por necesidad, desde la entidad se prefiere seguir en solitario. «Afrontamos la situación con confianza porque nuestro modelo de negocio está funcionando y estamos elevando cuota de mercado en los segmentos de valor añadido en los que queríamos crecer», aunque también reconoce que obviamente eso no bastará para obtener los resultados deseados. El nuevo escenario abierto se afronta «con mucho esfuerzo porque es verdad que la situación actual de tipos de interés hace muy difícil que tanto esfuerzo luzca en la cuenta de resultados», se lamentan desde la propia Bankia.
La realidad de las cifras que trimestre a trimestre ha ido firmando el banco es que ni el engaño (que alguien lo llamaría atraco) colectivo que entre bancos centrales y comerciales han ejecutado contra los ahorradores, eliminando el pago por los depósitos y endosando productos financieros como si no hubiera un mañana, en los últimos tres años ha surtido efecto. Sin embargo, las partidas de Bankia han mejorado de forma notable una vez se ha integrado BMN, gracias a las llamadas sinergias, apuntado a que aguantar sin fusiones solo servirá para que el valor del banco se deteriore todavía más.
Fue a principios de 2016, cuando el presidente del BCE, Mario Draghi, situaba los tipos de interés al 0% y desde entonces las principales partidas de Bankia han seguido la siguiente dirección: los intereses cobrados (a hogares) han crecido un 4% (raro con el Euríbor en negativo, se preguntarán muchos, pero ha sido gracias al efecto de la fusión con BMN), los pagados (por captar capital en forma de depósitos) se han desplomado un 80,6%, mientras que las comisiones cobradas por comercialización de productos financieros se ha disparado un 20%.
En definitiva, a los ahorradores que mantienen su dinero en depósitos su rentabilidad es del 0%, pero si han apostado por los fondos que ofrece el banco la rentabilidad obtenida (de sus 20 primeros por patrimonio desde 2016) es del 0,15%, pero han tenido que pagar una comisión media muy superior. Al final, ha sido peor el remedio que la enfermedad, aunque no así para el banco.
EFECTO BENEFICIOSO DE LA FUSIÓN CON BMN ¿EL CAMINO A SEGUIR?
Las fusiones y adquisiciones, en especial en entidades pequeñas y medianas, es el elemento esencial que ahora está cabeza de los reguladores europeos. No porque dichos expertos sean unos malévolos adalides de los monopolios, sino porque en un entorno de tipos negativos, con alta competencia y con retos de cara al futuro tan importantes como la digitalización, para enfrentar a los Amazon o Google que llegan, que, además, exigen inversiones importantes las fusiones entre entidades medianas es el único camino para la supervivencia.
Un ejemplo de lo anterior, es sin duda Bankia, y la evolución de sus cuentas desde que ha terminado de integrar a BMN. En concreto, la antigua Caja Madrid, junto a otras tantas entidades sociales, ha incrementado los ingresos por intereses (respecto a 2017) en un 6,3%, mientras que los cobros por no intereses (gran parte proviene de comisiones) creció un 26,8%. A cambio, ha tenido que aumentar los que pagaba por depósitos (al ser más cantidad no al pagar más) un 18,7%, pero solo son 64 millones (frente a los 147 millones extras ingresados por intereses) y los gastos en administración (de personal y otros), aunque dichos se están reduciendo a medida que se profundiza en la fusión con una caída del 7% entre el primer trimestre de 2018 y el de 2019.
Pese a que la mejoría es evidente, al final, una fusión tiene unas sinergias (lo que se espera ganar entre mayores ingresos y menores costes) limitadas, y una vez ejecutadas se vuelve a la triste realidad de tipos negativos. Por ello, una vez se han ejecutado casi en su totalidad en 2018, las cifras de 2019 (con los tipos sin remontar) irán a peor. Así, la reducción en los costes no es capaz de compensar una caída de los ingresos del 13,4%, como se comprueba en el resultado de explotación (-16,5%) o los beneficios (-10,4%).
En definitiva, la única alternativa que tiene Bankia para poder recuperar parte del recorrido perdido, que es mucho, sería buscar una fusión, pero esa decisión también correspondería al Gobierno, lo que dificulta todavía más el movimiento. Por lo que al final, al accionista de Bankia (que son más de 40 millones de personas) solo le queda ver como sigue perdiendo valor.