Un plácido viaje. De repente, el ordenador de a bordo del coche lanza un mensaje: “Fallo motor”. Hay que parar el coche y llevarlo al taller. Días después, la llamada del taller es de lo más directa. “Me dijeron que me iban a dar una mala noticia”, confiesa a MERCA2 un conductor. ¿Cuánto de mala? Algo más de 2.000 euros. Los inyectores estaban caput. Mientras los talleres de coches hacen caja, el bolsillo del ciudadano se queda tiritando. Ejemplos los hay a mansalva: 320 euros por el motor de arranque (más la mano de obra), y el kit completo de embrague (horquilla y mano de obra), otros 540 euros. “Hace dos años tuve el mismo problema, y la factura en otro taller superó los 1.500 euros”, confiesa otro ciudadano. Y añade: “El próximo coche que me compraré será eléctrico. Estoy harto de que me sangren cada vez que tengo una avería”.
La indignación con el mundo de los talleres de coches es proporcional a la cuantía de la factura y a los kilómetros que en ocasiones se hacen en busca de un precio coherente. De ahí que muchos usuarios piensen en que el coche eléctrico será una bendición para ellos. Pero, ¿y para los talleres? “Estamos en un mundo de cambios. Nos va a cambiar la vida a todos, a usuarios de vehículos, a vendedores y, por supuesto, a los talleres de coches. Y mucho”, señalan desde Conepa (Federación Española de Profesionales de Automoción).
Dichos cambios no tendrán como protagonista sólo al coche eléctrico. También la evolución de los gustos y costumbres de los automovilistas (coche compartido…), o las restricciones al tráfico (Madrid Central), hacen que los talleres de coches estén viendo las orejas al lobo. Según Asetra (Asociación de Talleres de Madrid), Madrid Central, ha afectado mucho no sólo a los 12 talleres de coches que están incluidos en dicha almendra (de media, un 40% menos en el número de operaciones realizadas, lo que ha supuesto una caída del 33% en la facturación), sino también a aquellos otros 110 talleres de coches que están en un perímetro de un kilómetro y medio (las ventas han caído un 12%).
EL DESINFLAR PAULATINO DE LOS TALLERES
Hace doce años, en España existían más de 50.000 talleres de coches. A día de hoy, no llegan a los 45.000. Según el Observatorio Cetelem Motor, el 75% de los encuestados consideran que el coche eléctrico es el futuro y, durante 2019, el 12% opta por adquirir un coche de este tipo. “Las ventas de coches eléctricos de momento no son muy importantes, pero irán aumentando poco a poco según vayan llegando nuevos modelos más avanzados y proliferen los puntos de recarga”, apunta Eduardo Divar, director general de Kia Motors Iberia, en dicho Observatorio.
“Claro que nos va a influir al mundo de la reparación. Pero no sólo el coche eléctrico. Ya nos están afectando tanto el coche dotado de ayuda a la conducción como también el coche conectado”, manifiesta Nuria Álvarez, del departamento de Comunicación de Asetra.
Las ventas en los talleres que están dentro de Madrid Central han caído, de media, un 33%, y el volumen de operaciones, un 40%
Un nuevo tipo de movilidad que también necesita de profesionales que se encarguen de su mantenimiento. “Pensamos que los cambios no van a ser traumáticos. No nos gusta hablar de disrupción o de revolución en los talleres de coches, sino de evolución adecuada”, añade Nuria Álvarez. Tanto desde Asetra como de Conepa no se atreven a evaluar el posible impacto económico.
Una evolución en la que la adaptación será pieza clave para la continuidad. Según el informe “La descarbonización de la posventa”, elaborado por Solera, los talleres de coches perderán un 38% de su facturación en la transición del vehículo de combustión al eléctrico en caso de aprobarse el Anteproyecto de Ley de Cambio Climático. En concreto, la posventa tiene unas cifras de facturación de algo más de 13.600 millones de euros anuales. En sus previsiones, poniendo el punto de mira en 2050, y con un parque automovilístico 100% eléctrico, apuntan a que esa cantidad se desinflaría hasta algo más de 8.400 millones de euros. Según la Confederación Española de Talleres de Reparación de Automóviles (Cetraa), el 50% de la actividad desaparecerá para el año 2030. “Los estudios de parque van en el sentido de que, en los próximos 15 años, todavía el vehículo de combustión será para los talleres pieza angular de su actividad”, matizan desde Conepa.
A estos otros estudios son los que se agarran los talleres de coches. Dicho de otra manera: hay tiempo para irse adaptando. Eso sí, los que ya llevan mucho tiempo, y están a punto de jubilarse, tiene por delante este periodo ‘de gracia’. Otra cosa es qué pasará después, si cerrarán definitivamente, o sus ‘herederos’ deberán pensar en un auténtico ‘lavado de cara’.
DISCREPANCIAS CON EL MANTENIMIENTO
Donde no se ponen de acuerdo diferentes informes, y los profesionales del sector, es en la influencia que tendrá en la futura facturación todos los cambios que se avecinan. Según el informe “La descarbonización de la posventa”, los vehículos de combustión necesitan de más o menos regulares cambios de aceite, filtros, correas, bujías… En el caso del vehículo eléctrico, la batería sería la pieza a revisar (más o menos, cada diez años). ¿Traducido a euros? En una década, un vehículo de combustión tiene un impacto en la mano de obra de 3.429 euros. En el caso del coche eléctrico, disminuye hasta los 489 euros.
“El vehículo eléctrico, en principio, tiene menos necesidades de mantenimiento que uno de combustión, pero no sabemos cómo va a influir eso. Como va a ir dotado con dispositivos conectados, augura un negocio importante por la calibración de dispositivos. El mantenimiento será más caro por la necesidad de calibrar los sensores”, señalan desde Conepa.
¿Más trabas para los talleres de coches? Los riesgos laborales. “No hay ninguna regulación en cuanto a prevención de riesgos laborales del vehículo eléctrico. Debe enriquecerse con más formación”, apuntan desde Asetra. Hablamos de alta tensión, de voltajes elevados. “El coche compartido, o el alquiler del vehículo profesional, también tendrán consecuencia en los talleres”, indican desde Conepa. Al haber menos vehículos particulares, y más de empresas, los márgenes para los talleres bajan. “Los cambios sociales también influyen en nuestra actividad”, concluye Nuria Álvarez.