Yo he crecido en la diversidad absoluta. De niño recuerdo las voces de las mujeres saliendo de las ventanas y los balcones de las casas, esas mujeres que cantaban. Era maravilloso, porque esa Badalona era también una pequeña Andalucía dentro de un barrio de gente humilde y trabajadora, donde había escasez, pero donde también se respiraba musicalidad y alegría.

Para empezar, mi padre, un hombre murciano, me ponía discos de Pink Floyd, The Beatles o de Alan Parsons, y mi madre, que es manchega, de Bambino, María Jiménez o Manolo Caracol. Mis vecinos eran extremeños, gallegos, andaluces… Y cuando empecé a vivir en Barcelona mis amigos eran de todas partes del mundo. Ya con el tiempo, con los viajes y los músicos con los que he trabajado y convivido, he tomado conciencia de que la diversidad me enriquece, de que me hace crecer, aprender y formarme como ser humano. Estoy impregnado de tantas cosas distintas, de tanta mezcolanza, que siento que eso ha sido la base fundamental para formarme como la persona que hoy día soy.

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«La música nos ayuda a dialogar.»

En el caso de los niños que tienen situaciones complicadas en casa, la música les hace soñar, y quizá alivia también a los padres, que pueden ver cómo su hija o su hijo está feliz fuera de los problemas familiares. La música siempre es curativa, en todos los aspectos, es terapéuticaAsí lo he sentido yo toda la vida. La música ha sido mi mejor psicólogo. Poder cantar, poder sacar fuera tus sentimientos a través del cante y respirar belleza alrededor es algo que cura, que sana y que enriquece tu parte espiritual.

En el fondo, la música-fusión es un diálogo de muchas culturas, y yo he intentado dialogar con las culturas que he tenido cerca: ya sea la argentina (el tango) o la catalana, y también a través de los poetas de mi tierra, con la música clásica, con el jazz, etc. Los artistas a veces nos olvidamos de nuestra capacidad de traspasar fronteras. La música puede cambiar el mundo. Y cada vez hay más artistas comprometidos socialmente. Un artista con millones de seguidores no solo tiene el poder en su voz, sino también en su palabra. Y, si lucha por la justicia y los derechos humanos, puede tener mucho.

Realización: Jesús Cordero y Rubén Martín
Documentación: Sara R. Gallardo