Los tuits que publicó el presidente Trump el domingo sobre su intención de aumentar en un 25%, el viernes de esta semana, los aranceles que se aplican actualmente a unos 200.000 millones de dólares de productos chinos, y su idea de aumentar también los aranceles que se aplican al resto de las importaciones chinas (unos 325.000 millones de dólares) pillaron por sorpresa a los mercados.
La respuesta del mercado no se ha hecho esperar: el Shaghai Composite se dejó ayer más de un 5%, las bolsas asiáticas se han teñido de rojo, el renminbi (CNY) perdió casi un 1% de valor al inicio de la sesión y se había depreciado casi un 0,4% al cierre, y la tir de los bonos del gobierno chino (CGB) a diez años ha caído hasta el 3,34%, unos 20 puntos básicos menos desde el nivel máximo en el que cerró el mes de abril. Los futuros sobre el S&P también cedieron aproximadamente un 2% en las primeras horas de los mercados asiáticos.
En cuanto a la respuesta política, el Banco Popular de China (PBOC) ha anunciado que rebajará, entre un 2% y un 3,5%, el coeficiente de caja exigido a los bancos pequeños y medianos. Esta medida, que entrará en vigor el 15 de mayo, liberará unos 280.000 millones de CNY (unos 42.000 millones de USD) de liquidez adicional y se considera una decisión proactiva para proteger a los segmentos de prestatarios chinos más vulnerables frente a un nuevo, o persistente, deterioro del sentimiento.
Según analiza Aninda Mitra, analista sénior de deuda soberana en BNY Mellon Investment Management, el comportamiento relativo del mercado de renta variable de cada país y las perspectivas sobre sus respectivas posiciones macro cíclicas “podrían haber influido en el impasse que han alcanzado recientemente las negociaciones, provocando el arrebato de Trump”. Los rumores más recientes apuntan a que EE. UU. podría abandonar sus intentos de que China modifique su política de subvenciones estatales y que China, a su vez, estaría “intentando renegociar algunas de las concesiones ya acordadas”.
Una disputa arancelaria limitada tiene pocas repercusiones a nivel macro. Un arancel del 10% sobre las importaciones estadounidenses de 200.000 millones de dólares de productos chinos le resta un 0,14% del PIB chino, si asumimos que el aumento de los aranceles produce un efecto de sustitución perfecto en la demanda estadounidense. A su vez, un arancel del 10% sobre los productos estadounidenses importados por China resulta insignificante para EE. UU.
Sin embargo, un arancel del 25% sobre la totalidad de las importaciones chinas (más de 500.000 millones de dólares) y sobre más de 100.000 dólares de exportaciones estadounidenses a China tendría un impacto mucho más significativo.
Según estimaciones del FMI, la imposición bilateral de un arancel del 25% podría costarle a China aproximadamente un 1,3% de su PIB general y a EE. UU., hasta un 0,3%. La reorientación comercial y la reubicación de las cadenas de suministro para la producción y la exportación se sumarían a las consecuencias negativas del conflicto entre los dos gigantes económicos.
No obstante, la primera consecuencia será que el resto del mundo, apunta Mitra, tendrá que enfrentarse a “la desaceleración de los dos principales motores del crecimiento mundial y a un posible endurecimiento de las condiciones financieras mundiales”.
ESCENARIOS POSIBLES
Un acuerdo en junio, ayudaría a materializar la recuperación del comercio e impulsaría la actividad económica mundial. Los expertos de Lombard Odier creen que Trump está presionando a los chinos en las últimas fases de las negociaciones “para demostrar que se toma en serio la idea de conseguir un buen acuerdo para los EE.UU., y que no dudará en retirarse si es necesario”.
Ante este escenario positivo, la gestora cree que la mayoría de las buenas noticias ya han sido valoradas por los mercados y la reciente debilidad “se revertiría con relativa rapidez”. Aún así, es probable que no mantengan su impulso del primer trimestre del 2019. Los activos de los mercados emergentes deberían “beneficiarse de este entorno y rendir de forma bastante decente gracias a la normalización del comercio, a una cierta mejora de los datos globales y a una Reserva Federal que permanece en suspenso”.
Si el acuerdo se pospone hacia finales de 2019 o 2020, pero ambas partes siguen trabajando en un acuerdo preelectoral, “la incertidumbre continuará durante meses hasta que se llegue finalmente a un compromiso antes de las elecciones de 2020”, sostiene Lombard Odier.
Con la incertidumbre reinante, el riesgo es que la debilidad relacionada con el comercio que ya se ha observado en el sector industrial “se extienda al lado interno de las economías mundiales, que hasta ahora han sido resistentes”. En este caso, la recuperación del comercio y la industria se retrasaría, lo que “pondría a la demanda interna y a los mercados bajo presión en un futuro próximo”.
En cuanto a las implicaciones en la bolsa cabe decir que los mercados de este año se han cotizado en el escenario positivo de una resolución (las acciones de MSCI World subieron un 15% en base al YTD), por lo que los pasos en la dirección opuesta llevarían a” una inversión de estos movimientos”. Con todo, es posible que su inversión “sea menos pronunciada porque los rendimientos de EE.UU. se encuentran ahora en niveles mucho más bajos que en la segunda mitad de 2018”, añaden estos expertos.
En el supuesto de que no se alcance un acuerdo y las conversaciones comerciales se rompan completamente, la probabilidad de un fuerte aumento de los aranceles estadounidenses y de las represalias de China a través del yuan más débil se disparará. Una prolongada perturbación negativa de la oferta y un comercio débil perjudicarían a las economías mundiales hasta el punto de que sería difícil evitar una recesión.
En un escenario tan adverso, los movimientos del mercado serían “mucho más abruptos y pronunciados”. Es probable, ahondan desde Lombard Odier, que “la renta variable mundial revierta todas las ganancias de este año, la volatilidad implícita aumentaría considerablemente, con el índice de volatilidad VIX probando potencialmente el nivel del 30% (actualmente al 17%) y el rendimiento de los bonos básicos descendería de forma generalizada”.
Así, los rendimientos a 10 años en Estados Unidos podrían caer hasta el rango de 2,20-2,00%. El precio del oro se recuperaría en torno al 10%, en consonancia con el rango de rendimiento de los Estados Unidos. En este contexto, los diferenciales de crédito se ampliarían significativamente.