Los nubarrones se ciernen sobre la cúpula directiva de ACS que lidera Florentino Pérez. Las acusaciones de maquillaje fiscal que recaen sobre su filial australiana, Cimic, que han tumbado los títulos de las distintas empresas del grupo que cotizan en bolsa resultan bastante más sólidas de lo que inicialmente se ha hecho creer por la firma española.
De hecho, muchas de las partidas que ha presentado en los últimos años el mayor grupo de construcción de Australia (tras el forense aplicado por GMT, especialista en detectar fraudes contables) pueden sacarle los colores a más de uno, empezando por su máximo dirigente Marcelino Fernández Verdes o al propio Florentino Perez.
Antes de entrar en las tripas de la compañía, que muestran un alto número de anomalías, es importante recalcar algunos puntos importantes sobre la cuestión de fondo. En primer lugar, podría ser raro que una firma de Hong Kong sea capaz de escudriñar tan al detalle a una australiana, pero en realidad uno de cada cuatro euros que ingresa Cimic proceden de Hong Kong. Por otro lado, no es la primera vez que la filial australiana de ACS es acusada de manipular contablemente sus resultados, ya que en 2016 lo puso sobre la mesa Morgan Stanley, tras un extenso informe.
El punto principal en el que se centran los detalles no vienen de los ingresos antes de impuestos, como muchos han puesto el foco, sino en la generación de efectivo (lo que en la jerga financiera se conoce como flujo de caja libre, que es la diferencia entre los cobros y pagos registrados). Al final, dicha partida tiene una importancia vital (es una de las más seguidas por los analistas) no solo porque muestra la marcha de una compañía, sino porque es la base con la que se pagan los dividendos, el objetivo primordial de una filial, y no los beneficios como tal.
La lupa a las cuentas se inicia en 2014, momento en el que ACS comienza a controlar Cimic, y hay varias razones para seguir de cerca lo que dice la firma de Hong Kong. La primera y más visible, casi te chocas con ella, es la propia evolución del flujo de caja libre: resulta que en los años anteriores a la llegada de la española fue negativo (2009, 2011, 2012 y 2013), mientras que en el 2014 sumó casi 440 millones. Además, las cantidades son muy representativas, puesto que entre el 2011 y el 2013 salieron más de 250 millones, pero en los tres siguientes sumó 2.467 millones de dólares australianos (unos 1.670 millones de euros).
Pero, y a ¿qué se debe el increíble cambio de un año para otro? Obviamente, una parte viene de la captación de nuevos contratos, junto con algunas sinergias al integrarse en un grupo más grande (eres capaz de reducir los costes). Pese a ello, el más importante fue uno contable, como alertan desde GMT, ya que la firma se enfocó en un modelo de reconocimiento de ingresos muy agresivo. De hecho, la firma financiera de Hong Kong se refiere al nuevo plan añadiendo que «se reconocían grandes cantidades de ingresos no facturados que agregaban unos 400 millones de dólares a las ganancias».
LOS COSTES DESDE LA LLEGADA DE ACS TAMBIÉN EN REVISIÓN
Además, el informe no solo habla de que las cantidades de ingresos se podían manipular fácilmente según los criterios contables elegidos, sino que también se hace con los costes. De hecho, si se va de nuevo a las cifras se comprueban algunos cambios producidos a partir de 2014 que vuelven a ser sorprendentes. El flujo de inversiones de la filial de ACS se derrumbó hasta volverse irrisorio, una situación anómala para un gigante de la construcción con un gran número de proyectos. Así, la suma conjunta de 2016, 2017 y 2018 sumó apenas una inversión de 828 millones de euros, mientras que solo en 2012 invirtió 877 millones y un año antes se fue hasta los 1.160 millones. Si en lugar de hacer esa cuenta con Cimic la hacemos con la propia ACS, el resultado es el siguiente: en los tres últimos años sumó 4.830 millones invertidos, una cifra que supera (y con fuerza) lo que invirtió entre 2010 y 2015.
Aunque las cifras, también GMT, van a más. Otro punto importante es el denominado gasto en capital, el cual se ha hundido en los años en los que ACS ha integrado a Cimic hasta niveles excesivamente bajos. Por ejemplo, mientras que bajo el mandato del organigrama español la suma total de dichos gastos (esto son cinco años) alcanzó los 1.481 millones, en los tres anteriores a 2014 se acercó a los 2.700 millones de euros, cerca de un 40% más pese son dos años menos.
Pero no acaba todo ahí, ya que la firma de Hong Kong encontró otro tipo de extrañezas en las cifras que ha ofrecido Cimic: por ejemplo, la compañía explica que el 8% de margen que ofrece su segmento de construcción es casi imposible alcanzarlo, ya que es prácticamente el doble que el que ofrece cualquier otra constructora en el mundo del tamaño de la australiana. También está muy presente el toque de atención de Morgan Stanley en 2016 que advirtió de que las ganancias reportadas por la compañía podrían estar hasta un 30% por encima de las reales.